LONDRES -- La final soñada, la que todos esperaban, se disputará este domingo en Londres. Rafael Nadal y Roger Federer lucharán por el título en la Copa Masters, tras superar a Andy Murray y Novak Djokovic, respectivamente.
El español Rafael Nadal, número uno del mundo, accedió a la instancia decisiva con la victoria ante el escocés Andy Murray por 7-6 (5), 3-6 y 7-6 (6) en un complicado y arduo duelo en el O2 Arena de Londres que se estiró durante 3 horas y 11 minutos, .
Por su parte el número dos del mundo, Roger Federer, derrotó al serbio Novak Djokovic por 6-1 y 6-4 en una hora y 20 minutos.
APFederer jugará su sexta final en la Copa Masters
Federer consiguió meterse en su sexta final del Masters, donde buscará proclamarse campeón por quinta vez e igualar así el récord de cinco títulos logrados sólo hasta ahora por el checo nacionalizado estadounidense Ivan Lendl y por Pete Sampras.
La balanza se puso del lado del suizo apenas arrancó el primer set. En el primer servicio del serbio, el número dos le rompió el saque. Dio paso así a un claro y poco entretenido parcial que se alejó mucho del fervor vivido unas horas antes en la misma pista, con la costosa victoria de Nadal ante Murray.
Parecía mentira que ante Federer se situara este sábado el mismo rival que tanto complicó las cosas al español el miércoles hasta el incidente por la irritación en el ojo de Djokovic, que incluso llegó a acudir el viernes a su siguiente cita con un parche al más puro estilo "pirata".
Pese a las varias pelotas largas que dejó Federer o sus errores no forzados, éste conseguía reponerse de todo ello y sacarle partido a la temprana ventaja que se había anotado.
El balcánico salvó hasta tres bolas de quiebre en el sexto juego, más bien con fallos del rival, pero no pudo resistir en la cuarta y cedió otra vez su servicio.
Sin apenas emociones, en el séptimo juego Federer puso el punto y final a un set algo tosco pero sencillo para el número dos, que llegará mañana a su cita con Nadal mucho más fresco tras haber solventado su semifinal en dos horas y dos minutos menos que el balear.
Muy al contrario que el principio del partido, la segunda manga empezó a favor del número tres, ganador de las Finales de la ATP en 2008 tras un último examen contra el ruso Nikolay Davydenko en Shanghai.
No obstante, Federer devolvió el quiebre tres juegos más adelante (en el quinto) y se lanzó hacia la remontada de ese parcial, que selló rompiéndole nuevamente en el noveno y completando su marcador con cuatro puntos más.
El campeón de esta Copa Masters en 2003, 2004, 2006 y 2007 llegará a la final del domingo (12.30 ET), sin haber perdido ningún set en todo el torneo, frente a su adversario, Rafa Nadal, que cedió uno ante el estadounidense Andy Roddick el lunes.
Nadal se aseguró su octava final de este año, después de las de Doha (única perdida), Montecarlo, Roma, Madrid, Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Tokio.
Por estadísticas, Nadal partía como favorito en este duelo, ya que había ganado ocho de sus anteriores doce encuentros con el escocés.
No obstante, las cuatro victorias de Murray habían sido sobre este mismo tipo de superficie -pista dura-, por lo que incluso el número uno había reconocido el viernes que, de existir algún favorito, quizá su rival lo era algo más que él teniendo en cuenta la superficie en la que jugaban.
Una vez situados cara a cara en la Central del O2, las estadísticas quedaron atrás y ambos jugadores entraron en una encarnizada lucha que deleitó a los espectadores en los momentos más decisivos.
Por primera vez en todo el torneo una absoluta mayoría apoyaba al rival de Nadal y lo hacía porque el que jugaba ahí era el único héroe local que poseen los británicos entre su actual generación de tenistas.
Si de algo se caracterizó el primer set fue de igualdad, buen tenis y cifras escalofriantes: Murray logró un porcentaje del 91 por ciento en su segundo servicio y llegó a sacar a una velocidad de 220,4 kilómetros por hora.
Los 59 minutos que duró esa primera manga carecieron de opciones importantes para cualquiera de los oponentes. No hubo siquiera una sola bola de rotura para ninguno de ellos, pero la intensidad crecía conforme transcurría uno y otro juego.
El galáctico escenario que anunciaba mediante luces fugaces los aces o saques directos de cada jugador, que no fueron pocos (22 para Murray y 5 para Nadal), sumaba emoción al envite.
En su segunda semifinal de un Masters, después de la disputada en 2008, como debutante, ante el argentino Juan Martín Del Potro, Murray ofreció un altísimo nivel, tal y como anticipó Nadal al conocer su clasificación como primero de grupo y, por tanto, su cruce con el escocés.
Para Nadal, era la tercera semifinal en esta competición, tras la de 2006 y 2007, pero la primera en la que no debía luchar contra el ex número uno del mundo, el suizo Roger Federer.
El set ofreció momentos inolvidables, con largos intercambios de desde el fondo de la pista, mucha garra y algún tropiezo por las dos partes.
En el quinto juego, cuando servía Murray, se vivió el primero de esos duros combates mientras Nadal movía al escocés de un lado a otro, buscando su desgaste. Para sorpresa de todos, el local que recuperará el próximo lunes el cuarto puesto en el ránking mundial, defendió maravillosamente el punto y resistió hasta el desempate.
Antes de ese desenlace, hubo una anécdota de las que se ha dado de qué hablar esta semana pero, a diferencia del polémico punto de ayer, ésta no desató protesta alguna de los jugadores.
En esta ocasión, fue el público el que abucheó cuando el juez de silla, Lars Graf, se equivocó en un resultado en el marcador, aunque luego prometió rectificar en el siguiente punto.
Una vez desatadas las risas entre las dos aficiones, donde se encontraban la madre, hermana y novia de Rafa Nadal (Ana María Parera, María Isabel Nadal y María Francisca Perelló, respectivamente), los jugadores terminaron ese juego, así como los dos siguientes y se enzarzaron en el desempate más luchado del torneo.
Getty ImagesMurray jugó un gran partido pero no pudo doblegar al N°1 del mundo
Los errores no forzados que cometió Murray fueron la mejor baza de Nadal, que a diferencia de su contrincante no flojeó en los momentos clave.
El servicio del mallorquín brilló por encima de sus anteriores duelos en esta pista, pero también consiguió el acierto necesario para romper, por primera vez en todo el partido, el saque de su adversario.
La devolución de ese "mini-break" en el siguiente punto por parte de Murray desató el instante más emocionante vivido hasta ahora en esta competición. El público no tenía manos suficientes para aplaudir a Murray y sus espaldas se desencajaban de los asientos para inclinarse un poco más hacia la pista.
Los dos jugadores buscaban hacerse cada vez más daño y en cada bola disputada en ese desempate se herían mutuamente algo más, buscando las esquinas más difíciles del cuadrante, precisando mejor y golpeando con nuevos efectos y ferocidad.
Con 6-5 y servicio para Murray, Nadal acalló la ilusión del público y se hizo con el 7-5 que le otorgaba ese primer set: 7-6 (5).
Al encarar el segundo parcial, el zurdo de Manacor se mostró inquieto y, pese a todo, menos confiado que en el anterior.
Eso le valió al británico para crecerse y mantener todavía la esperanza por llegar a la final. Éste fue superior en ese set (51 minutos), rompió el servicio de Nadal en el séptimo juego y se volvió a recrudecer el combate.
Con 1-1 en el marcador, el balear trató de volver a centrarse en el partido y controlar el frente. Aunque empezó a resentirse del cansancio acumulado en sus piernas, Nadal logró imponerse con determinación en el tercer juego y romper el servicio de su contrincante.
El saque del español ya no tenía la magnitud del principio, aunque cuando la situación lo requería éste era capaz de crear servicios directos consecutivos.
El transcurso de tiempo iba pasando factura a ambos, pero debía ser cauto y saber defenderse para beneficiarse por tener ya los puntos a su favor.
La incertidumbre se alargaba. Murray tuvo a su favor dos bolas de rotura (sexto juego) que Nadal decidió salvar, pero surgió de nuevo la ocasión para el escocés cuatro juegos más adelante y éste devolvió la rotura.
Otra vez estaban de igual a igual. Y eso no era nada para lo que les esperaba a ellos y a su público al final del set. Nada podría haber hecho más mella en Murray que tener que disputarse nuevamente un desenlace.
Nadal empezó perdiendo su servicio en ese desempate, pero todavía no se sabe si, por arte de magia o porque este hombre de 24 años es un auténtico milagro de la naturaleza, el de Manacor se repuso y logró un emotivo triunfo, tras el que selló, como es habitual, su nombre en las cámaras.
Un fallo de Murray en el momento más decisivo, que lo precipitó al suelo e incluso parecía que se había lesionado, regaló el gran premio que buscaba Nadal en Londres: culminar la temporada en una final del Masters.
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