miércoles, 4 de noviembre de 2009

resultados de la LIGA DE CAMPEONES

O. Lyon 1 - Liverpool 1
El Liverpool de Benítez y Torres, con un pie fuera
Un postrero tanto del argentino Lisandro López dio al Lyon el empate contra el Liverpool, un resultado que coloca a los franceses en octavos de final de la competición y que deja en jaque a los ingleses.


El tanto conseguido por el argentino en el 90 condena a los 'reds' a vencer en los dos enfrentamientos que les quedan, en Florencia y en Anfield frente el Debrecen para seguir aspirando a mantenerse en la Liga de Campeones y, aun así, su continuidad no estaría asegurada.
El empate fue una bendición para los de Claude Puel y una losa para un Rafael Benítez cada día más contestado, que ve como su puesto en el banquillo de Liverpool está cada día más en suspenso.
Durante 85 minutos el partido estuvo en tablas, que rompió Babel con un gran gol, un tanto que sirvió para poco con el empate de Lisandro.
De Lyon los ingleses se marcharon sin la recompensa que hubiera merecido el puñado de ocasiones que fueron atesorando, suficientes todas ellas para haber perforado la portería gala.
Pero se encontraron con un extraordinario Hugo Lloris, un joven guardameta de 23 años que cobra galones en el fútbol francés, donde ya es internacional indiscutible.
El portero desbarató las sucesivas ocasiones de Torres, Kuyt y Voronin en la primera mitad. Al español le sacó un buen remate que había armado tras recibir un balón del argentino Insua desde la izquierda; al holandés un oportuno tiro que buscaba la escuadra y al ucraniano un mano a mano.
El Liverpool no supo buscarle las vueltas al encuentro y se fue diluyendo, como si augurara que su suerte estaba fuera de una competición en la que su futuro está incierto.
Sólo Babel lo sacó del desconcierto. Lo hizo con un gran gol desde fuera del área, un tanto que les daba alas, alargaba su vida europea y les permitía seguir soñando.
Pero el sueño se topó con la realidad. Lisandro, transparente hasta el momento, apareció en el último aliento, cuando parecía todo jugado, cuando reloj había consumido todo su crédito y faltaba apenas el extra que concede el árbitro.
Aprovechó una jugada confusa, con su equipo lanzado en busca del empate que les metía en octavos. Cruzó el balón lo suficiente para batir a Reina y hacer vibrar a Gerland.
Los lioneses celebraron el empate como una victoria, sabedores de que ya están en octavos. Una fase de la que se aleja el Liverpool de forma casi definitiva.

rubin kazán 0 - barcelona 0
Síntomas de congelación
Al Barcelona se le volvió a atragantar el Rubin Kazán, un equipo, más incluso que en el Camp Nou, ultra defensivo. El Barça mereció ganar pero se encontró con el poste en el arranque y con una muralla colosal durante todo el partido. Tuvo el balón siempre y lo intentó hasta la desesperación, pero echó de menos una versión más brillante de jugadores como Iniesta o Messi
.

La historia militar lo bautizó como general invierno, verdugo de Napoleón y Hitler. Es el frío, la nieve, la naturaleza hostil que entierra ejércitos, que congela el alma y los miembros. Pero si se buscan referencias bélicas, no hubo tanto en Kazán de General Invierno como de Línea Maginot, la legendaria fortificación francesa en la frontera con Alemania e Italia. El Rubin fue la Línea Maginot, la defensa de Numancia y cualquier símil histórico que se quiera buscar. Con el matiz de que su trabajo, esforzado y siderúrgico, maquinal y musculoso, fue más mezquino que épico. Recibió al Barça a bajo cero, en un clima hostil y tras la hazaña del Camp Nou, pero se entregó a un ejercicio defensivo implacable e invariable, seguramente excesivo. Buscaba el empate y empató. Si el fin justifica los medios, habrá que aplaudir a Berdyev, pero cuesta legitimar semejante apocalipsis del buen gusto.
De los dos partidos con el Rubin Kazán sale el Barcelona con un pandemónium de sensaciones. Debe reconocer que le falta fluidez, tono y genio -lo que ahora hemos convenido entre todos llamar excelencia-, y tiene que pensar que el grupo se le ha puesto en una situación inesperadamente comprometida que le hará sudar los octavos ante el Inter y en otro viaje al infierno helado, esta vez en Kiev. Pero también está legitimado a pensar que el fútbol le debe una. Por proponer, por intentarlo, por jugar en toda la extensión del término, por ser generoso en la voluntad. De lo imposible a lo improbable, el Rubin cazó un triunfo afortunado en el Camp Nou y logró un empate en su feudo del Centralniy que también olió a boleto premiado en la lotería. Y a melancolía para un Barça que, aunque lento y previsible en muchas fases, lo intentó por tierra, mar y aire.
El tasbith de Berdyev, otra vez
Como en el Camp Nou, descubrimos de salida, una lección a bajo cero, que hay puntos de inflexión que pueden romper guiones y cambiar historias, transformar dramas en comedias y culebrones en fugaces cortometrajes con happy end. Pero estos parecen no sonreir de un tiempo a esta parte al Barcelona. Le pasó en Pamplona, le pasó con el gol tempranero del Rubin en el Camp Nou y le volvió a pasar en la tierra de los Tártaros, la que sufrió a Iván el Terrible. Porque en el minuto tres Ibrahimovic se plantó sólo ante Ryzhikov y su disparo cruzado se encontró con el poste. Ahí pudo quedar desmontado el Rubin y comenzar un partido cuesta abajo para el Barça. Será el trabajo del tasbith, el rosario musulmán, que nunca suelta de sus manos Berdyev.
Pero lo que llegó fue la desesperación absoluta del Barcelona, que comenzó la primera parte ágil y decidido, movido por Xavi y Alves, y la terminó sumido en la lentitud y la tristeza, casi atónito, más impotente de pensamiento que de acción. El ritmo decayó, el movimiento sin balón cesó, la imprecisión apareció y lució el bajo tono de jugadores como Messi o Iniesta, tan necesarios en partidos así, donde lo que hay enfrente es una muralla de cemento y hielo, un equipo que no disparó hasta el minuto 40 y que concedió hasta un 75% de posesión durante ese primer tiempo a un Barcelona que desperdició ocasiones: Xavi, Messi, Iniesta...
Mucho empuje, ninguna solución
En la segunda parte el panorama, lejos de cambiar, se acentúo todavía más, como grabado en el hielo. Y puede que haya ahí un reproche para Guardiola, que no movió el banquillo hasta el minuto 82, cuando metió a Henry en lugar de Keita y retrasó a Iniesta junto a Xavi. Demasiado tarde para mover una rueda que pedía a gritos un impulso, un empujón o una transfusión de sangre fresca. Pero la segunda parte, en un final que se jugó bordeando el precipicio, tuvo también amagos de infarto en el área de Valdés. De salida el Barcelona se mostró otra vez incisivo, más rápido e insistente, otra vez hasta que la falta de resquicios, de chispa o de suerte, minó su determinación. Enfrente, el Rubin Kazán respondió dando otro paso atrás, jugando definitivamente con todos sus jugadores en medio campo, ocho prácticamente agolpados en torno al área, muchas veces cinco escoltando literalmente la portería de Ryzhikov.
El Barcelona marchó algunos minutos a ritmo de llegada por minuto, cada vez más metido en área rival, con el gol rondando las orillas del Volga pero siempre esquivo. Hasta que, otra vez, el monólogo se volvió previsible y flácido, las piernas se cargaron de frío y el Barça pasó de lo que se suponía la carga final a un trance en el que casi pierde el partido. La carga del general invierno.
Porque Berdyev metió en el campo a Bukharov, delantero internacional de 1'91, y plantéo un tramo final de ida y vuelta, con el Barcelona llegando cada vez con menos energía y el Rubin Kazán perdonando por dos veces, siempre con Buhkarov como protagonista, primero en un mal control ante Valdés, después ante la salida del portero catalán, que se erigió en el héroe más inesperado antes del pitido final, al que precedieron también un par de llegadas de Henry quizá para corroborar que seguramente el cambio llegó tarde.
¿Y si Ibrahimovic no se hubiera encontrado con el poste en el minuto 3? Quizá el Barcelona hubiera deshilachado la defensa rusa como un gato jugando con un ovillo. Pero no lo hizo y el equipo azulgrana no encontró ninguna solución en los restantes 87 minutos. Esa fue su condena, inmerecida pero significativa porque una secuencia de casualidades acaban por conformar un síntoma. Y el síntoma es que al Barcelona le cuesta más, se atasca más, encuentra menos recursos o simplemente le abandona la fortuna en momentos improbables. Y eso, una parte de atasco y otra de matemáticas imposibles, fue lo que se vio en las orillas del helado Volga: síntomas de congelación.


SEVILLA 1 - STUTTGART 1

A octavos de final invictos
El Sevilla certifica matemáticamente su pase a los octavos de final tras empatar ante el Stuttgart y tiene a tiro terminar primero. Jesús Navas adelantó a los de Jiménez, que se quedaron con diez tras la lesión de Duscher con todos los cambios realizados. Kuzmanovic aprovechó la tesitura y evitó el pleno de victorias del Sevilla, que sumaba tres de tres.

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