Habría decidido seguir otro año.
Guardiola podría ya haber deshojado la margarita de su futuro hasta el punto de que entre hoy y mañana puede anunciarse, al fin, su renovación hasta 2013. Tanto el club como el técnico juzgan esta semana como ideal para llevar a cabo un anuncio de tal magnitud, habida cuenta que no hay compromisos europeos intersemanales y que la Liga no regresa hasta el sábado.
Son muchos los factores que han llevado a Pep a dudar de la conveniencia de seguir al frente del equipo una temporada más. Los hay de índole personal -la enfermedad de su amigo y mano derecha Tito Vilanova o la preocupación de su familia por la presión que conlleva el cargo- y también estrictamente deportivos. Entre estos últimos figuran el desgaste acumulado por el entrenador a lo largo de estos últimos cuatro años o la dificultad de motivar a una plantilla ganadora que ha logrado 13 de 16 títulos posibles.
Pero la reacción del equipo en los últimos partidos y las muestras públicas de cariño de sus futbolistas podrían haberle ayudado a decantarse hacia el sí, quiero. Con todo, habrá que esperar hasta oír de su propia boca que se queda en el Barcelona.
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