Desde el club se deslizan críticas cada vez más frecuentes contra el portero y éste es consciente de que el entrenador está tras ellas
Lo que empezó como un rumor se ha convertido en una certeza: Casillas y Mourinho están enfrentados. El desencuentro es viejo, pero en los últimos días la tensión es máxima. Ni el club la desmiente, al contrario. Desde algunos despachos se filtran críticas que repiten los argumentos del entrenador. Según se dice, los goles de Cazorla y Senna demuestran que Casillas no está bien, que necesita competencia. No es casualidad que el nombre de Courtois haya salido a la palestra en los últimos días Para los defensores del capitán son las dudas del entorno las que explican su error contra el Villarreal; lo de Cazorla era imparable, aseguran.
El caso es más complejo y trasciende las consideraciones técnicas. No es nueva la tibieza de Mourinho a la hora de destacar las cualidades de Casillas. No pone en duda sus condiciones bajo palos, pero cuestiona su juego cuando le toca salir de la portería. De ahí que haya pedido un portero para la próxima temporada.
Esa es la parte visible del iceberg. La otra, la más voluminosa, tiene su origen en el pasado verano, cuando Casillas se puso en contacto con Xavi y Puyol para reparar las heridas de la Supercopa, la del dedo en el ojo. Mourinho, partidario de mantener discursos únicos (los suyos), sintió su autoridad traicionada y Casillas fue suplente en el Trofeo Bernabéu.
El fuego volvió a encenderse el pasado enero, otra vez después de caer contra el Barcelona. Marca descubrió un incidente en el entrenamiento que involucró a Casillas, Sergio Ramos y Mourinho. Los jugadores plantaron cara al técnico y los reproches que se lanzaron unos y otros fueron recogidos con todo detalle en la edición del día siguiente. Mou se fijó entonces un nuevo objetivo: descubrir al topo.
Al poco surgieron las noticias que indicaban que el entrenador abandonaría el Madrid al finalizar la temporada. Después de una conversación con el presidente, Mourinho confirmó su continuidad (tiene contrato hasta 2014), no sin antes exponer una par de peticiones: rescindir el acuerdo con Sanitas y despedir al topo. A esas alturas, el entrenador ya creía conocer su identidad: Casillas.
El portero no era ajeno al ruido de sables. El intento de retirarle la capitanía, luego desmentido ("una historia estúpida", según el técnico), fue una maniobra más dentro del mismo pulso. Hasta que un hecho extraordinario vino a aliviar la tensión: después de una racha formidable de victorias, el Madrid se puso diez puntos por delante del Barcelona.
Frentes.
El equilibrio, sin embargo, era inestable. Los cuatro puntos perdidos en tres días reavivaron el conflicto y abrieron nuevos frentes. Después del empate contra el Málaga, Casillas recriminó a Granero por la falta que propició el gol. En defensa del canterano salieron varios jugadores, entre ellos, Ramos. El central y el portero volverían a discutir, esta vez sobre el campo, en el partido ante la Real.
En el vestuario se revelaba una fisura que tiene relación con la posición de Iker dentro del grupo. Para algún compañero, Casillas es "un capitán de sí mismo". Se le critica su distancia con los clanes dominantes, el español y el portugués, su progresivo aislamiento. Según apuntan quienes lo vivieron, su caso sería similar al de Raúl en sus últimos años de capitanía.
Iker, entretanto, calla. Escuchadas las partes, ahora le toca hablar al madridismo.
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