Un parada divina de Zamora en un clima de preguerra civil
Fue el último partido antes del estallido de la Guerra Civil y dejó una foto, casi un cuadro, para la historia: la última parada de Ricardo Zamora en el fútbol español. Fue en el minuto 86 de un partido que el Madrid ganaba por 2-1, pero que se le había complicado insospechadamente. A los doce minutos vencía por 2-0, con goles de Eugenio y Lecue, cocinados por los hermanos Regueiro. Sin embargo, Escolá redujo pronto esa ventaja, Vantolrá estrelló un balón en el larguero y a Sauto le anularon un gol y se lesionó, lo que le obligó a abandonar su puesto de medio y colocarse de interior.
Y aquel despegue vertical del Madrid acabó en asedio azulgrana. A cuatro minutos del final, Vantolrá cedió un balón a Escolá y este lanzó un disparo junto al palo derecho que Zamora adivinó antes de que golpeara el azulgrana. Flotando sobre una nube de polvo detuvo la pelota. "No ven mis ojos más que a Escolá. Lo veo agrandado, en primer plano sus pies y el balón... Inclino el cuerpo hacia la izquierda, marco el sitio... Sin una milésima de retraso, justos, coinciden el balón y mis manos. Críspanse los dedos atenazando el cuero... '¡No ha sido gol!', se oye a mi alrededor. Veinte años de fútbol están ahí, en ese instante", escribiría el meta después en sus memorias.
Zamora andaba ya muy en la cuesta abajo de su carrera. De hecho, el húngaro Alberty había defendido la portería del Madrid en los partidos anteriores. Además, el encuentro se había disputado en un ambiente político muy subido de tono. El mismo día de la final, que reunió a 30.000 espectadores (tres mil de ellos madridistas y cinco mil blaugranas), se había celebrado en la propia Valencia un mitin del Frente Popular en el que se habían lanzado acusaciones contra Zamora. Aquella parada mereció otro prólogo.
El arbitraje de Rigo llenó de botellas el Santiago Bernabéu
Antonio Rigo Sureda, balear, pasaba por ser árbitro de cámara del Barça. Aquella temporada había dirigido trece de los veinte partidos de Liga de los culés y los dos encuentros de cuartos, ante el Athletic, y de semifinales, ante el Atlético, en la Copa. En una final que se decidió con un autogol de Zunzunegui, en el minuto 6, los madridistas le reclamaron un penalti a Amancio y otro a Serena. "El primero no lo vi. En el segundo, se tiró y quiso engañarme. No era culé ni lo soy. Me volví antimadridista después de aquel partido. Salí del Bernabéu en un jeep de la Policía Armada. Me recusaron siete clubes siguiendo órdenes", declaró a AS Rigo casi 40 años después.
El público del Bernabéu lanzó muchas botellas al campo, una de las cuales impactó en Fusté. Durante el partido, Pirri sufrió una luxación de hombro y volvió al campo después de que le inyectaran novocaína. Se atribuye a la esposa del ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, una extraña felicitación a Narcís de Carreras, presidente del Barça en el palco del Bernabéu: "Enhorabuena. Al fin y al cabo, también son españoles". "No fotem, senyora", fue la respuesta del dirigente.
Copa de revancha para Zoco
El 17 de febrero, el Barça había endosado al Madrid un brutal 0-5. Pero en la Copa no podían jugar extranjeros y ahí perdieron más los azulgranas, privados de los decisivos Cruyff y Sotil, que los madridistas, sin Netzer ni Mas. Michels, técnico culé, llegó poco antes del partido, porque preparaba a Holanda para el Mundial. El Madrid de Molowny se vengó y Grosso tuvo el gesto de pedir el cambio para que Zoco, que se retiraba, recogiera la Copa. "Es el mejor compañero que he tenido", dijo.
Golazo y cortes de manga
Otra final de máxima tensión, con mayoría blaugrana en las gradas. Sobraron las patadas y faltó el fútbol. "Me pegaron hasta en el paladar", dijo Bonet. A Maradona le hicieron 17 entradas. El choque se decidió en el último minuto, con un espectacular cabezazo de Marcos. Isidro, minutos antes, pudo haber cambiado la final, pero falló: "Urruti me agarró, pero faltó picardía para tirarme". Schuster dedicó varios cortes de manga a la zona blanca de la grada.
Bronca por García de Loza
El Madrid de los 107 goles culpó de la derrota a García de Loza. No se discute tanto la expulsión de Hierro como que Amor, autor del primer gol cuando iba a ser sustituido, no corriera la misma suerte. Contra diez se paseó el Barça. "Si hubiésemos ganado, habrían echado a Cruyff y no existiría este modelo que tanto nos ha dado", recuerda Salinas. Chendo, enfadado, dijo: "Han ganado unos que no son españoles". Y a Schuster, ahora de blanco, le multaron por asegurar que García de Loza pasaría las vacaciones en la Costa Brava. A Zubi le hirió un objeto lanzado por el público.
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