Estadio Único de La Plata. 3 de julio. Corría el minuto 67 cuando el cuarto árbitro levanta la pizarra electrónica señalando el dorsal número 7. A Robinho le cambió el semblante. Señalado como el líder espiritual de esta renovación de la selección brasileña el milanista veía como Mano Menezes le sustituía a las primeras de cambio. Pasaba de ser el cicerone en esta vuelta a la esencia del jogo bonito a primer damnificado de la indolencia del equipo.
Al pasar a la altura de Menezes, Robinho no se mordió la lengua. "Siempre cambias al mismo. Hay más jugadores". El seleccionador optó por no responder en el acto, pero maduró su respuesta y la sirvió en plato frío días después. Ante Paraguay, Robinho fue al banquillo entrando en el once Jadson. "Perdemos un atacante, pero ganamos un mediocampista para construir juego desde atrás". Esa fue la explicación oficial de Menezes. Durante el encuentro se acumularon las malas noticias para el 7. Primero marcó Jadson, gol celebrado con tibieza por Robinho. Y después, con Brasil abajo en el marcador, el del Milán calentaba junto a Fred en la banda. Con Elano y Lucas en el campo, sólo restaba un cambio por hacer. Y como sospechaba Robinho fue Fred, quien además marcó el segundo gol de los brasileños. Robinho ha ingresado en la lista negra de Menezes en la que también militan Marcelo (por borrarse de un partido ante Escocia), Douglas (perdió una pelota que le costó el gol de la derrota ante Argentina) o Hernanes (que fue expulsado por una alevosa entrada a Benzema al más puro estilo De Jong). Las aguas bajan revueltas en Brasil y la tensión se palpa. Maicon, suplente de Alves, fue solicitado por un periodista tras el partido con Paraguay. "¿Hablar yo? Si ni siquiera juego. Pregunta a alguien que juegue", dijo.
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