Es una dinastía con una estrella especial: abuelo, hijo y nieto jugaron para México los mundiales de 1954, 1986 y 2010. Por Javier Saúl
Tomás Balcázar González no lo podía creer. La noticia sobre la venta de su nieto al poderoso Manchester United le llegó por intermedio de los medios de comunicación de Guadalajara y la sorpresa fue tal que casi lo mata, según sus propias palabras. "Pensé que el fútbol me había dado todo, pero esta información me tiene sorprendido, jamás me lo esperé", declaró. Su nieto ya tenía planificadas sus vacaciones a Estados Unidos con sus padres, pero cambió el destino -Atlanta era el lugar elegido- y le preparó una sorpresa al viejo: "Tratá de estar pendiente de la prensa porque tengo un regalo que te va a gustar mucho", le avisó.
Don Tomás, de 79 años, agradeció no tener problemas cardíacos. La buena salud probablemente tenga ver con su pasado como deportista. Más precisamente, como futbolista. Balcázar González nació en Guadalajara y desde temprana edad tuvo contacto con la pelota. Sus inicios futbolísticos fueron en los torneos Nacionales, a los que asistía representando a Jalisco, una de las 32 entidades federativas de México. Y allí fue donde lo descubrió el Club Deportivo Guadalajara. Buen cabeceador, su carrera empezó y terminó en las Chivas, tras 10 años y más de 50 goles.
El nieto, del que se siente orgulloso, no es otro que Javier Hernández Balcázar, más conocido como "Chicharito". De 22 años, fue considerado el jugador más rápido de la Copa del Mundo. La FIFA le cronometró 32,15 kilómetros por hora y lideró la lista de los que consiguieron la carrera más rápida dentro de un partido. "Chicharito" es hijo de Javier "Chícharo" Hernández, un talentoso delantero que brilló en los Tecos, Puebla y los Monarcas de Morelia. La genética y el fútbol unieron a tres generaciones y con una coincidencia mundial: Don Tomás jugó la Copa del Mundo en Suiza 1954, "Chícharo" lo hizo en México 1986 y "Chicharito" mostró sus habilidades en Sudáfrica 2010.
Javier, quien heredó el apodo de su padre -llamado "Chícharo" debido a su baja estatura y a sus ojos verdes-, le tenía preparada otra sorpresa a su abuelo Tomás. Ambos comparten la experiencia de convertirle un gol mundialista a Francia. El 19 de junio de 1954, en Ginebra, México cayó 3 a 2 ante los galos, pero Balcázar descontó a los 85 minutos. 56 años más tarde y a varios kilómetros de distancia, en el estadio Peter Mokaba de Polokwane, Hernández abrió la cuenta en el triunfo de los aztecas sobre les Bleus, por 2 a 0. El abuelo, junto a su hermana y sus padres, fueron parte de la delegación familiera que acompañó a "Chicharito" a Sudáfrica. Por lo que Tomás pudo ver el tanto desde la tribuna, mientras su mujer se desmayaba en territorio tapatío.
"Las piernas no me sostenían y creo que hasta me caí por un segundo", recordó Luz María Anaya de Balcázar, la señora en cuestión, sobre el momento del gol que su nieto anotó para México en el cotejo contra Francia. Cuando se recuperó, lo primero que hizo Doña Lucha fue ir hacia el altar que tiene en su vivienda para agradecer a Dios y a la Virgen.
"No me hablen del tema de su venta, porque va a ser muy difícil para nosotros separarnos de él, de sus padres y hermana, porque se van todos a vivir a Inglaterra. Por ahora no quiero pensar mucho en eso, va a ser muy doloroso el desprendimiento sobre todo porque somos una familia muy unida", dijo entre lágrimas cuando le consultaron sobre la venta de "Mi Javi", como lo llama en la intimidad. Una intimidad en la que el joven crack disfruta de las milanesas hechas por su orgullosa abuela. Una comida que cedió ante los menúes que le preparan en los Diablos Rojos, donde juega bajo las órdenes de un verdadero grandfather del fútbol: el multicampeón Sir Alex Ferguson.
La familia unida por el fútbol, una vida junto a la pelota que pasa de generación en generación y una coincidencia que, más allá de los resultados, no deja de ser mundial. El primer día de junio de 1988, en México nació una estrella, hijo de un gran jugador y nieto de una leyenda.
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