Máximo goleador del Milan y tercero de la Serie A empatado con Eto’o y a tres dianas de las catorce de Antonio di Natale, el regreso de Zlatan Ibrahimovic a Italia no debería abrir ningún interrogante... Y, sin embargo, empieza a despertar recelos en el entorno rossonero.
Hasta tal punto que ya se habla sin tapujos de su falta de entendimiento con Alexandre Pato en el terreno de juego. Y, también, de la posibilidad que el joven delantero brasileño no tenga clara su continuidad en el club al lado del futbolista sueco.
Pasa en San Siro, en cierto modo, lo mismo que ocurrió la pasada temporada en el Camp Nou, donde la indiscutible calidad de Ibrahimovic no evitó que su presencia en el Barça acabase chocando con Messi o, ya antes, en el Inter, donde su llegada en 2006 coincidió con el inicio del declive de un hasta entonces indiscutible Adriano que terminó abandonando el club por la puerta de atrás una vez comprendió que su ascendente había desaparecido totalmente.
‘La convivencia de Pato con Ibra es un problema sin resolver’ advirtió en su edición de ayer ‘La Gazzetta dello Sport’ publicitando sin disimulo que en el Milan empieza a preocupar la falta de entendimiento entre sus dos delanteros estrella. Con Cassano y/o Robinho como meros acompañantes de segundo orden, el papel protagonista queda repartido entre los dos cracks y, tal como pasó el año pasado en el Barça, la felicidad del verano ha dado paso a las dudas en el invierno.
Pato se siente desplazado por los movimientos anárquicos de Ibrahimovic y el sueco no esconde su malestar por un sistema que empieza a encorsetarle y en el que solamente los goles ocultan un juego cada vez menos fluido. En todos los aspectos.
Así las cosas, en el Milan la euforia por la llegada del espigado delantero ha dado paso a una realidad menos alegre. Y a la preocupación por la resurrección del Inter (al menos en lo que a resultados se refiere) se une el freno de un líder que ha sumado cinco de los últimos doce puntos disputados, con una victoria en cuatro partidos.
El fútbol, dicen, acaba poniendo a cada uno en su lugar y, como en Barcelona, Ibra empieza a dar tantos problemas como soluciones en un Milan que ya no sonríe como hace unos meses.
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