Los campeones de la Copa Sudamericana salieron al terreno de juego con un once capitaneado por Reasco y en el que finalmente estuvo el centrocampista Miller Bolaños, duda hasta el último momento a causa de molestias en uno de sus tobillos.
Tras los primeros diez minutos en los que la pelota circuló sin una dirección precisa, el equipo del técnico argentino Edgardo Bauza se acomodó y se concentró en la búsqueda de ocasiones de gol, lideradas por los atacantes Juan Salgueiro y Hernán Barcos.
En los primeros veinte minutos hubo algunos momentos de peligro ante la portería de Alexander Domínguez, protagonizados sobre todo por Nakamura y Morishige.
Las filas del Liga fueron ganando confianza conforme transcurría el encuentro y se concentraron en pases cortos y rápidos, mientras los japoneses trataban de imponerse con una estrategia basada en la velocidad, en la que fueron claves el centrocampista Morishige, que se desdobló en defensa y atacante, y el delantero Hirayama.
El primer gol llegó en el minuto 29, con un disparo de Hernán Barcos que, tras hacerse con el balón se desmarcó, logró regatear la línea defensiva tokiota y pilló por sorpresa al guardameta Shuichi Gonda.
La respuesta del equipo del técnico Hiroshi Jofuku, ganador en 2009 de la Copa de Japón, llegó sólo cinco minutos más tarde, cuando Domínguez rechazó un disparo de Kim desde el centro del campo, ocasión que aprovechó Hirayama para llevar el balón a la red.
Mientras la euforia se desataba entre los seguidores nipones, el equipo albo intentaba contraatacar con el lanzamiento de una falta que Salgueiro intentó, sin éxito, transformar en gol con la ayuda de Guagua, que no pudo impedir que la pelota acabara en manos de Gonda.
Los minutos siguientes fueron una respuesta de los ecuatorianos en la que la pelota circuló entre Miller y Hernán Barcos, y Urrutia y Reasco en la banda tratando de mantener la posesión del balón, sin que el club tokiota aligerase la presión.
El empate se mantuvo hasta entrada la segunda parte, que arrancó con la ofensiva de los nipones liderada de nuevo por el joven Hirayama, de 25 años, y el ex jugador del Yokohama Marinos Ishakawa.
En el minuto 56 entró al terreno de juego Masashi Oguro en sustitución de Ricardinho, que dio más de un quebradero de cabeza a las filas de los de Quito con sus carreras desde el centro del campo.
Una falta en el minuto 62 del zaguero Mukuhara desembocó en la pena máxima que Urrutia se encargó de transformar en gol (1-2).
La entrada del joven Shigematsu, de 19 años, dio nuevos bríos al cuadro tokiota, que logró retener el balón en un área ecuatoriana cerrada en la defensa.
A menos de un minuto para el final del partido, el Liga Deportiva Universitaria vio frustradas sus esperanzas de victoria con un gol de Oguro, que aprovechó un hueco en la defensa para colocar el balón en el fondo de la red e igualar el marcador (2-2).
Ello obligó a resolver el encuentro en los penales, que no pudieron comenzar peor para las filas ecuatorianas al fallar Urrutia el primer disparo.
También fracasaron los intentos de penal de Shigematsu, por el F.C. Tokio, y Luna, por parte del club albo, lo que dio a los tokiotas la victoria definitiva y permitió que por primera vez en los últimos tres años la Copa Suruga se quedara en casa.
Tras los primeros diez minutos en los que la pelota circuló sin una dirección precisa, el equipo del técnico argentino Edgardo Bauza se acomodó y se concentró en la búsqueda de ocasiones de gol, lideradas por los atacantes Juan Salgueiro y Hernán Barcos.
En los primeros veinte minutos hubo algunos momentos de peligro ante la portería de Alexander Domínguez, protagonizados sobre todo por Nakamura y Morishige.
Las filas del Liga fueron ganando confianza conforme transcurría el encuentro y se concentraron en pases cortos y rápidos, mientras los japoneses trataban de imponerse con una estrategia basada en la velocidad, en la que fueron claves el centrocampista Morishige, que se desdobló en defensa y atacante, y el delantero Hirayama.
El primer gol llegó en el minuto 29, con un disparo de Hernán Barcos que, tras hacerse con el balón se desmarcó, logró regatear la línea defensiva tokiota y pilló por sorpresa al guardameta Shuichi Gonda.
La respuesta del equipo del técnico Hiroshi Jofuku, ganador en 2009 de la Copa de Japón, llegó sólo cinco minutos más tarde, cuando Domínguez rechazó un disparo de Kim desde el centro del campo, ocasión que aprovechó Hirayama para llevar el balón a la red.
Mientras la euforia se desataba entre los seguidores nipones, el equipo albo intentaba contraatacar con el lanzamiento de una falta que Salgueiro intentó, sin éxito, transformar en gol con la ayuda de Guagua, que no pudo impedir que la pelota acabara en manos de Gonda.
Los minutos siguientes fueron una respuesta de los ecuatorianos en la que la pelota circuló entre Miller y Hernán Barcos, y Urrutia y Reasco en la banda tratando de mantener la posesión del balón, sin que el club tokiota aligerase la presión.
El empate se mantuvo hasta entrada la segunda parte, que arrancó con la ofensiva de los nipones liderada de nuevo por el joven Hirayama, de 25 años, y el ex jugador del Yokohama Marinos Ishakawa.
En el minuto 56 entró al terreno de juego Masashi Oguro en sustitución de Ricardinho, que dio más de un quebradero de cabeza a las filas de los de Quito con sus carreras desde el centro del campo.
Una falta en el minuto 62 del zaguero Mukuhara desembocó en la pena máxima que Urrutia se encargó de transformar en gol (1-2).
La entrada del joven Shigematsu, de 19 años, dio nuevos bríos al cuadro tokiota, que logró retener el balón en un área ecuatoriana cerrada en la defensa.
A menos de un minuto para el final del partido, el Liga Deportiva Universitaria vio frustradas sus esperanzas de victoria con un gol de Oguro, que aprovechó un hueco en la defensa para colocar el balón en el fondo de la red e igualar el marcador (2-2).
Ello obligó a resolver el encuentro en los penales, que no pudieron comenzar peor para las filas ecuatorianas al fallar Urrutia el primer disparo.
También fracasaron los intentos de penal de Shigematsu, por el F.C. Tokio, y Luna, por parte del club albo, lo que dio a los tokiotas la victoria definitiva y permitió que por primera vez en los últimos tres años la Copa Suruga se quedara en casa.
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