La vida sigue igual para Kaká. Condenado a un papel secundario por Mourinho. O más que eso, por su propio rendimiento. Ha vivido, además, la cara y la cruz en el Camp Nou. El pasado mes de mayo, tras una temporada casi inédito, relegaba al banquillo a Özil en el partido más importante de la temporada para el Madrid, en el que debía remontar el 0-2 de la ida de la Champions en Barcelona. Jugó 60 minutos. Pasó casi inadvertido...
De aquella titularidad en el Camp Nou, Kaká pasó a la suplencia en la Supercopa (no jugó ni un minuto tampoco en la ida). Entró a falta de 12 minutos para el final (más los cuatro de descuento).
No ha importado que por fin Kaká tuviera más días de vacaciones que en los últimos años (no fue a la Copa América) o que no hubiera lesión de por medio. La vida sigue igual para él. Condenado al ostracismo: ha disputado 314 minutos de los 819 posibles. Un 38,7% en los que no ha demostrado mejoría alguna (sólo un gol en ocho partidos, de penalti).
Hay quien interpreta el hecho de que Kaká sólo haya jugado 16 minutos en la Supercopa como un gesto de Mourinho con el que le abre la puerta. O al menos, indica que no jugará tampoco mucho esta temporada (con Sahin, Callejón y Coentrao por delante de él como hombres de repuesto).
Galliani ya dejó claro hace unas fechas que su vuelta a Milán es inviable por los impuestos: "Son diferentes a España y sería imposible llegar a pagarle su sueldo". Cobra nueve netos, igual que Cristiano.
Oficialmente, Kaká no está en venta. Es un símbolo del nuevo Madrid de Florentino y "se trata de ese tipo de jugador que acaba pagándose su sueldo en contratos de imagen", afirman en la planta noble del Bernabéu. Sólo falta saber cuál será su papel este año... Si volverá a ser Kaká.
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