Poco más que una sentida disculpa se puede pedir a una hinchada herida en el orgullo. Arsene Wenger, que no dimitirá ni será despedido, dijo ayer que sentía haber enviado un equipo al campo que acabó perdiendo 8-2 ante el Manchester United y que va a intentar fichar a dos o tres futbolistas para mejorar una plantilla mermada tras las salidas de Cesc y Nasri. "La afición no quiere ver a su equipo así. Pedimos perdón. Un resultado así suele ser consecuencia de circunstancias especiales", dijo el preparador francés ayer.
En realidad, los problemas del club van más allá de las lesiones (o empiezan con ellas: ¿por qué hay tantas?). El Arsenal está estancado en el tiempo y le falta juventud e ideas novedosas en el cuerpo técnico. Mientras se reflexiona sobre todo ello, el club ha decidido recompensar a los 3.000 aficionados que viajaron regalándoles una entrada para un partido fuera del Emirates. A la vuelta de los partidos internacionales el Arsenal se enfrenta al Swansea, Bolton y Blackburn y tres victorias calmarán los ánimos. Para entonces, Park Chu-Young, recién fichado del Mónaco, y quizá un central nuevo podrán reforzar un equipo roto.
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