La decisión de Juan Román Riquelme movilizó a los hinchas y puso en jaque a Falcioni y Angelici; la gente se autoconvocó en la Bombonera y en varios puntos del país para pedir su regreso.
Ahí en Don Torcuato está el nudo de la historia. Buena parte de la Argentina está bramando por ese personaje que se refugia en su casa, en su familia, en sus amigos. Él tomó una determinación que dinamitó al club que ama. Juan Román Riquelme es el responsable de que unos 5000 hinchas de Boca le expresaran su amor, en la Bombonera, y que otros tantos le demostrasen una devoción casi divina en el resto del país. Él es el motor de una cantidad de manifestaciones que muestran un mapa de situación muy claro: los hombres de poder de la entidad de la Ribera están vacíos. Daniel Angelici y Julio Falcioni quedaron absolutamente expuestos como los responsables del alejamiento del N° 10. Íntimamente, Riquelme intuía que todo esto podía suceder.
En ellos quedó la lupa popular, esa que advierte que en el presidente y el entrenador están las causas de que su máximo ídolo hoy esté pensando en sentarse a negociar con Flamengo, que le ofrece unos 250.000 dólares mensuales de contrato, para continuar su carrera allí. Porque el hincha de Boca entiende que Riquelme, que ya hizo saber que piensa jugar por dos años más al fútbol, no seguirá con la camiseta azul y amarilla porque no soporta la convivencia con Falcioni y se siente poco cuidado por Angelici. También se supo que no jugará en la Argentina, que no lo seduce China, Qatar o Emiratos Árabes, pero que llevar su fútbol a Río de Janeiro lo tienta.
Anoche, Juan Carlos Crespi, vicepresidente primero; José Requejo, vicepresidente del departamento de fútbol, y César Martucci, secretario general del club, se reunieron para planear cómo torcer la voluntad del futbolista. Sin embargo, se supo que Daniel Bolotnicoff, representante de Román, pretende charlar en esta semana con estos tres dirigentes (Angelici está de vacaciones en Italia) para comenzar a negociar la salida por los dos años de contrato que le quedan a su jugador (existe una cláusula de rescisión).
Es que está planteado un escenario en el que no habrá marcha atrás, más allá de las manifestaciones de afecto. Pero no sólo el cariño de la gente, que hasta forzó la apertura de la Bombonera, es el que habló por Riquelme, sino que también lo hicieron otras personas: Jorge Bermúdez, Cristian Traverso, Jorge Ribolzi, Jorge Amor Ameal y Marcelo Delgado (ver aparte). Y todos coincidieron en que los responsables de la frase -"En mi club no puedo estar al 50%. Estoy vacío"- son el presidente y el entrenador.
Todo parece salir casi perfecto para el ahora ex N° 10 xeneize, porque nadie podrá señalarlo como el hombre que cargó de presiones a Falcioni y Angelici. Jamás se escuchó de él queja alguna hacia los dos hombres fuertes de Boca. Sin embargo, sus aliados actuaron de caja amplificadora.
Muchos de los allegados a Román (Delgado, Ribolizi, Traverso) se encargaron de contar los porqués de su determinación en San Pablo. Así, Angelici quedó en jaque. Es que el presidente, aliado de Mauricio Macri, otro de los eternos rivales de JR, apoyó con énfasis a Falcioni en el cargo aun sabiendo las diferencias con Riquelme. En ese contexto, el DT fue perdiendo crédito, y sabe que un par de resultados negativos lo sacarán del banco.
También es cierto que Riquelme desea retirarse en Boca, pero no con la actual conducción. Por lo tanto, cualquiera podría pensar que el regreso será imposible, ya que Angelici estará en el cargo hasta 2015 y, en ese entonces, el jugador tendrá 37 años. Sin embargo, se podría dar un retorno al club aun con Angelici como presidente, aunque con un DT que le permita sentirse al ciento por ciento (Rodolfo Arruabarrena o Miguel Ángel Russo).
La gente se expresó y fue contundente. Riquelme no habló, pero logró el escenario para que se dijera lo que él pretendía. Y puede apelar a una de sus frases emblemáticas: "Es lo que ellos dicen".
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