domingo, 19 de octubre de 2008

Fiesta en el cabaret "River plate 0 - 1 Boca junior

- pesar de la crisis interna, Boca se llevó el Superclásico en el Monumental.

- Lo que no te mata, te fortalece. Y sino, pregúntenle a Boca. Las dos semanas de previa que se vivieron antes del Superclásico estuvieron rodeadas de entredichos, internas y especulaciones. Primero surgió el borrón de Caranta. Después, la pelea entre Cáceres y Riquelme. Y como frutilla del postre, la baja de Palacio, supuestamente por lesión.

Fotobaires.com
Vargas acompaña al goleador ViatriPor el contrario, River llegó al gran duelo del fútbol argentino bajo el manto de una rara tranquilidad. A pesar de estar último en la tabla de posiciones, el técnico definió a los titulares casi una semana antes del clásico y varios de los jugadores millonarios salieron a hablar confiados y motivados por el mal momento interno de Boca.
Pero como se dice comúnmente, los clásicos son partidos aparte. No importan las realidades de cada uno, porque al momento de entrar a la cancha, el partido es un campeonato en sí mismo.
TIEMPO DE ESTUDIOCarlos Ischia esperó hasta 15 minutos antes del comienzo del partido para definir a los titulares de Boca. Las internas le dejaron un gran dilema al técnico en un partido que también era bisagra para él, pero supo responder con el fierro caliente en la mano.
El primer tiempo fue de estudio para Boca. Tanto externa como internamente. Que Ischia decidiera mantener a Cáceres y Riquelme entre los 11, fue una apuesta arriesgada, en especial por los socios que arrastran. Que Riquelme haya buscado a Ibarra constantemente en el primer tiempo, pudo haber sido una casualidad de juego o una causalidad de esta situación. Qué Cáceres y Morel hayan anulado los intentos ofensivos de River como hacía tiempo la defensa de Boca no lo hacía, pudo haber tenido que ver con la ineficacia de River o la decisión de los jugadores de demostrar que ellos también dejan todo por la camiseta.
Al DT tampoco le tembló el pulso para sacar a Caranta y Palacio, dos pilares en los últimos tiempos, y jugársela por dos pollos suyos: García y Gaitán. El arquerito, en sólo su cuarto partido como titular, dio algunos rebotes largos en el primer tiempo, pero se asentó con el correr de los minutos y mantuvo la solvencia, sobre todo en las pelotas áreas, cuando Boca debió aguantar el resultado. Gaitán no pudo encontrar los espacios para explotar su gambeta, pero mostró actitud para pedir la pelota compartiendo cartel con Riquelme, nada más ni nada menos.
La confianza de River se tradujo en 15 minutos de alta velocidad. Tres remates de afuera hicieron trabajar a García, pero cuando se apagó Buonanotte, las ilusiones de River se fueron por la borda. Simeone apeló a un esquema tradicional y decidió probar al Enano como enganche, pero éste no logró ser el conductor de un equipo sin identidad; perdió mucho en la individual y todavía no tiene el peso, ni la altura, para ser el líder de este River. Como dijo Riquelme en la semana, la ausencia de Ortega fue una ventaja para Boca.
UNIDOS EN LA ADVERSIDADEn el día de la madre, el Negro Ibarra se acordó de la mamá del línea Casas y a los seis minutos del segundo tiempo, pareció dejarle servido el partido a River con su expulsión. Pero Riquelme envió un centro al corazón del área que Viatri desvió al estilo Palermo para colarlo por encima de Ojeda y marcar el 1-0. Boca no había generado llegadas claras, pero lograba la diferencia quizás en su peor momento, con 10 jugadores.
El juvenil Mauro Díaz había ingresado por un apático Salcedo y su sociedad con Buonanotte prometía. Pero Boca metió a Calvo, juntó las líneas y bloqueó los repetidos intentos ofensivos de River. Un Riquelme vivo, alcanzó para volver locos a los defensores millonarios y la imprecisión de Abelairas, los centros fallidos de Ferrari y la falta de fútbol de Falcao hicieron el resto para sostener un resultado que no corrió demasiado peligro.
Sobre el final, la gente local pidió más huevos, a la vista de un equipo que ni siquiera empujaba. Pero no hubo respuestas. River pareció entregado, resignado a la historia de otra derrota, a pesar de que Boca no ganaba en el Monumental desde el 2003. River volvió a ser el equipo que no sabe a qué juega, pero esta vez, ni siquiera ofreció el sacrificio que Simeone tiene como bandera. El último puesto en la tabla habla a las claras de un equipo totalmente a la deriva. ¿Alcanzará el peso de Abreu como líder para ganar la Copa Sudamericana? Difícil que sea suficiente para salvar un semestre que se avecina negrísimo.
"Ganarle a Boca es como ganar un campeonato", declaró el volante central de River, Oscar Ahumada, esta semana al mismo tiempo que recodaba que hacía dos años que Boca no ganaba un título local.
Probablemente este triunfo no se viva como un título en La Boca, pero sí como una enorme bocanada de aire fresco dentro de este horno interno. Ischia se puso el campeonato como meta y los ocho puntos que lo separan del puntero San Lorenzo lucen como un margen difícil de reducir, pero el envión de esta victoria servirá para bajar la tensión e impulsará al equipo de cara a los próximos partidos, tanto en el campeonato como en la Copa.
¿Qué pasará con el cabaret? Probablemente no hayamos visto los últimos arañazos, pero esta noche, habrá franco por fiesta.

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