jueves, 17 de mayo de 2012

Historia de los Juegos Olímpicos Londres 1908 , Estocolmo 1912 y Amberes 1920


Historia de los Juegos - Londres 1908

Finalmente, en su cuarta edición, los Juegos Olímpicos brillaron por su organización


 
-- No podía fallar. El dicho popular lo vaticinaba: "No hay dos sin tres". Los Juegos Olímpicos de 1908 estaban destinados a transitar la misma ruta de los de París 1900 y Saint Louis 1904. Es decir, formar parte de una exposición. Pero, ¡atención!, porque fue con una resultante muy diferente, después de...
Berlín fue la primera ciudad en postularse como sede. De inmediato la siguió Roma, con el fuerte apoyo del rey Víctor Manuel III. Al final de cuentas, ni Berlín ni Roma los iban a albergar.
El 24 de marzo de 1904, en la Mansión House de Londres, el Comité Olímpico Internacional, presidido siempre por Coubertin, votó por Roma. Claro, sin tener en cuenta los celos regionales de los italianos. Tanto Milán como Turín expresaron: "¿Por qué Roma?, si no existe ninguna diferencia con nuestra ciudad". Y el boicot quedó declarado.
Esa fue la verdadera razón del cambio de Roma por Londres. Aunque la tremenda erupción del Vesubio a principios de 1906 sirvió posteriormente como excusa. En sus memorias, el mandamás del movimiento olímpico lo explicó así: "En vano buscaríamos en esta misma Revue Olympique rastro o señal del paso de los Juegos Olímpicos de Roma a Londres. Esta nueva dificultad nos recordaba otras que nos incitaban a un prudente silencio. Por ello, cuando la British Olympic Association tuvo la certeza de poder realizarlos con éxito, no se comunicó oficialmente la decisión a ningún periódico. El telón descendió discretamente sobre el decorado del Tiber, para elevarse enseguida sobre el Támesis".
Pero antes de desembarcar en Londres, Coubertin debió satisfacer los requerimientos de Grecia y admitir a regañadientes la realización de los Juegos Panhelénicos Olímpicos Atenas 1906.
Los griegos deseaban organizarlos en los años pares entre olimpiada y olimpiada. Los convenció de efectuarlos cada diez años. Se produjo la Primera Guerra Mundial y, tras su conclusión, nadie trató de mantenerlos en vigencia.
LOS JUEGOS PANHELÉNICOS OLÍMPICOS
Estos Juegos Panhelénicos fueron un éxito. Los deportistas europeos estaban ávidos de participar en una competición internacional, los norteamericanos por refirmar sus triunfos de Saint Louis y los griegos de concretar una organización perfecta para obligar al COI a designar a Atenas sede permanente de los Juegos Olímpicos.
Cerca de un millar de atletas compitieron en Atenas, representando a 20 países. La organización fue la mejor alcanzada hasta esos momentos. El nivel resultó excelente. El Barón se opuso a ubicarlos en el historial olímpico por no cumplir el período de cuatro años entre cada juego y evitar otros intentos de intercalar competencias.
Algunos estudiosos del tema consideran como un error la decisión del COI de no tenerlos en cuenta en la historia y, en sus libros, ubican los resultados de las pruebas y contabilizan las medallas obtenidas por cada país, aunque admiten que la estrategia de Coubertin de excusarse de no poder asistir por una "Conferencia consultiva de las artes, las letras y el deporte", citada por él en la Comedia Francesa, de París, le aportó a los Juegos el programa cultural olímpico sobre la base de concursos de escultura, música, pintura, literatura y arquitectura, puestos en marcha en 1912 y aún vigentes.
POR FIN, EN LONDRES, UNA BUENA ORGANIZACIÓN
Después de tantos años de penurias, el restaurador encontró compresión y apoyo. Lord Desborough, de enorme prestigio por haber cruzado a nado las cataratas del Niágara, hizo pública una declaración: "Es escencial para Inglaterra, que ha sido cuna de tantas modalidades atléticas, que los Juegos Olímpicos se organicen de una manera digna a su reputación deportiva".
La respuesta no pudo ser mejor. La Exposición Franco-Británica, a realizarse en 1908 para conmemorar "la entende cordiale", firmada en 1904 entre el rey Eduardo VII y el presidente de Francia, Emilio Loubet, los recibió con los brazos abiertos de par en par.
No se interpuso en la constitución del programa, ni en las fechas de realización dentro del período del 27 de abril al 31 de octubre e inclusive donó un terreno, junto a los stands feriales, para que Coubertin hiciera realidad su sueño de un gran estadio.
Ubicado en el barrio de Shepherd´s Bush, en las afueras de Londres, las dimensiones eran de 235 por 100 metros. El problema a resolver era el dinero para construirlo. Con visión de futuro, los propietarios de la exposición decidieron invertir 220.000 libras esterlinas y así surgió una obra monumental.
Para aquel tiempo, el estadio, más tarde conocido como White City, era una maravilla de diseño. Hasta hoy llamaría la atención por su versatilidad. Capacidad: 70.000 espectadores. Pista de atletismo, con una cuerda de 536,45 metros, rodeada de un anillo de cemento para el ciclismo de 603,50 metros y campo de césped para la práctica de fútbol, rugby y hockey. Como si eso fuera poco, en uno de los costados, estaba la pileta de natación de 100 metros de largo y 17 de ancho. Y se demoró apenas nueve meses para ponerlo en actividad.
INAUGURACIÓN CON PRESENCIA REAL
En ese imponente escenario, el 13 de julio de 1908, al compás de la banda de música de la Guardia Real desfilaron 2.059 atletas (de los cuales 36 eran mujeres) ante el rey Eduardo VII y la reina Alejandra, quienes estaban acompañados en el palco oficial por los príncipes de Grecia, Suecia y Gales.
Los participantes lo hicieron detrás de sus respectivas banderas, luciendo vestimenta deportiva, excepto los norteamericanos con traje de calle, los australianos con trajes de baño completo y los británicos con chaqueta blanca y pantalón corto negro.
El rey Eduardo VII declaró inaugurados los Juegos ante 15.000 asistentes y la solemne ceremonia se completó con una exhibición de gimnasia danesa, para dar paso de inmediato a las eliminatorias de atletismo. Pierre de Fredy observaba embelesado el espectáculo, como si estuviese flotando en una nube.
El lanzamiento de la jabalina hace una retumbante presentación. El sueco Eric Lemming tira el implemento a 54m625 y supera su propio récord mundial de 54m40. Todo un acontecimiento.
También entra en escena el hockey sobre césped. Participan Gales, Escocia, Alemania, Inglaterra, Francia e Irlanda, Inglaterra se consagra campeón al vencer en la final a Irlanda por 8-1. Este deporte no formará parte del programa de 1912, pero reaparecerá en 1920 y quedará ligado permanentemente a los Juegos.
Londres 1908
Londres 1908Gran Bretaña ataca durante la final de hockey
MÚLTIPLES MEDALLAS Y UN GRITO
El atletismo era en esa época y lo es aún hoy el deporte individual de mayor atracción. Las tribunas se colmaron día a día. En la segunda jornada, en el lanzamiento del martillo, el norteamericano John Flanagan aventajó por muy poco al británico McGrath, poseedor del récord mundial, que se había lesionado en el precalentamiento.
Ese éxito significaba para Flanagan la tercera medalla de oro olímpica consecutiva de esa especialidad. El y sus compatriotas lo festejaron con unos gritos eufóricos: "ra, ra, ra...", los que fueron tomados como ofensivos por el público, que respondió con silbidos y abucheos.
Esa fue la declaración de una guerra anglo-americana, ya que los norteamericanos repitieron esos gritos ante cada triunfo y el público inglés le respondió de la misma manera para establecer el primer capítulo de un extenso anecdotario de las reacciones de los espectadores en los Juegos Olímpicos.
Y hablando de múltiples medallas, debemos mencionar nuevamente a Ray Ewery, conocido como el Hombre de Goma. El indiscutido rey de los saltos sin impulso venció, a los 35 años, en alto y en largo para totalizar ocho medallas de oro en sus participaciones en París, St. Louis y Londres.
La mayor producción en pruebas individuales hasta nuestro días y eso sin contabilizar las dos que obtuvo en los Juegos Panahelénicos Olímpicos Atenas 1906. Un portento, capaz de superar una poliomielitis y llegar a la cumbre de una especialidad dejada de practicar tras la Primera Guerra Mundial.
Por otra parte, puede decirse que el de Londres fue el primer torneo de fútbol con un valor acorde a una competencia olímpica. Participaron seis equipos: Gran Bretaña, Suecia, Holanda, Dinamarca y dos conjuntos de Francia. En la final, Gran Bretaña superó a Dinamarca por 2-0. Como curiosidades merecen mencionarse dos goleadas: Gran Bretaña a Francia II por 12- y Dinamarca a Suecia por 17-1.
OTROS HECHOS SOBRESALIENTES
  • La circunstancia de contarse por primera vez con una pileta de natación se vio reflejada en la obtención de récords mundiales en todas las pruebas realizadas.
  • El atleta sudafricano Reginald Walker sorprendió al ganar los 100 metros, en 10s8, y se convirtió en el vencedor olímpico más joven de esa distancia, aún vigente, con 19 años y 128 días de edad.
  • El salto con garrocha presentó una innovación revolucionaria. El norteamericano Alfred Gilbert compitió con una pértiga de bambú, saltó 3m71 y compartió el primer puesto con su compatriota Edward Cooke.
  • MEDALLAS Y DESPEDIDA
    El 25 de julio concluyó la parte básica del programa de los Juegos. En el Whity City Stadium, tuvo lugar la ceremonia de entrega de medallas. Resultó emocionante y, a la vez, bulliciosa y alegre a través de los festejos de quienes las recibían y de sus compatriotas.
    A modo de clausura, a pesar que la actividad continuó hasta el cierre de la exposición el 31 de octubre, se realizó una cena de gala. Coubertin expresó en el discurso de cierre la famosa frase: "Lo más importante no es ganar, sino competir", haciendo mención que se la había escuchado al arzobispo de Pensylvania. Pero, a pesar de esa mención, durante muchísimos años se divulgó la frase como si fuese una creación de Coubertin.
    Londres 1908 despedía a los Juegos Olímpicos de las exposiciones internaciones y se constituía en un buen referente para las futuras organizaciones. Cuando el Barón se ubicó en el tren que lo iba a llevar a Dover, en su rostro se reflejaba por primera vez una amplia sonrisa de satisfacción.

    Historia de los Juegos - Estocolmo 1912

    La 5a. edición de los Juegos Olímpicos serán recordados por James Francis Thorpe


    Jim ThorpeAPEl indio norteamericano James Thorpe fue descalificado luego de ganar el pentatlón y el decatlón
    BUENOS AIRES -- Estocolmo 1912 es recordado por su brillantez, la calidez de un pueblo, las innovaciones, las notables actuaciones deportivas y fundamentalmente por la descalificación del indio norteamericano James Francis Thorpe, seis meses después de lucir con merecido orgullo las medallas de oro de pentatlón y decatlón.
    Una sanción que el Comité Olímpico Internacional tardó 71 años en limpiar su conciencia, cuando ya era demasiado tarde, porque habían transcurrido 30 años de su fallecimiento.
    Jim Thorpe fue la rutilante estrella de los V Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Empezó con un triunfo y record mundial en pentatlón. Finalizó con una espectacular victoria en el decatlón, al superar el récord mundial de Agustín Menaul por casi 1.000 puntos, mientras su escolta, el sueco Hugo Wieslander quedaba a 692 de diferencia de su notable registro: 8.412 puntos.
    EL ATLETA MÁS GRANDE DEL MUNDO
    Bisnieto de Halcón Negro, el jefe de la tribu Sac, el formidable Jim Thorpe, llamado entre los suyos Wa-Tho-Huck (Sendero luminoso), poseía un musculoso físico a los 24 años de edad. Pesaba 84 kilos y medía 1m88 de estatura. Su actuación impactó tanto al rey Gustavo de Suecia que le expresó al entregarle la medalla de oro: "Señor, usted es el atleta más grande del mundo".
    Y no se equivocaba. Analizando las marcas de las diez pruebas en relación a su época, teniendo en cuenta la evolución de los métodos de entrenamientos y la tecnología puesta al servicio del deporte, un congreso de 400 periodistas especializados en atletismo lo consideró capaz de hacer maravillas en la actualidad y lo proclamó "el atleta del siglo".
    LA RAZÓN DE LA DESCALIFICACIÓN 
    La causa se inició con una denuncia: "Thorpe jugó profesionalmente al béisbol en la temporada 1909/1910". ¿Quién la realizó? No existen datos precisos. Algunos sostienen que se trató un ex compañero de la escuela, celoso por su enorme fama. Otros, aseguran que fue por el odio racista de un ciudadano al ver a un indio casado con una blanca.
    Lo cierto, es que Wa-To-Huck jugó en un equipo de una intrascendente liga, por el ínfimo salario de 15 dólares semanales, y también es cierto que en la Unión Athletic Amateur o en el Comité Olímpico de los Estados Unidos no existen antecedentes del denunciante. En cambio, si figuran la comprobación de la denuncia., la declaración de profesional y el pedido de descalificación al COI.
    El Comité Olímpico Internacional le ordena a Thorpe devolver sus medallas de oro. Con enorme sufrimiento, se desprende de ellas. El COI proclama al noruego Ferdinand Bie y al sueco Hugo Wieslander ganadores de pentatlón y decatlón, respectivamente.
    Los cita para entregarles las medallas de oro, pero los dos se niegan a recibirlas y dan a conocer su opinión: "Sería injusto tenerlas en nuestro poder. Thorpe nos superó limpiamente y estamos felices de nuestras medallas de plata. Las de oro pertenecen al más grande atleta del mundo". Un noble gesto que los dirigentes no fueron capaces de tener en su momento.
    Atenas 1896
    Getty ImagesEl afiche de los Juegos de Estocolmo, en 1912
    MENDIGAR PARA ESTAR EN LOS ANGELES
    Declarado profesional jugó al béisbol en New York Giants, Boston Braves y Cincinnati Red. Pero su pasión por el football americano lo llevó a formar parte del equipo Canton Bulldogs y ser nombrado primer presidente de la National Football League, cargo que en ese entonces era honorario. Además, enseñó ese deporte en las escuelas de su comunidad india.
    El final de su existencia fue triste. Destruido económicamente, soñaba con sus medallas de oro y mendigó para poder pagarse la entrada para presenciar los Juegos de Los Angeles 1932. Alguien del público lo reconoció, se corrió la voz y el estadio en pleno lo ovacionó, pero los dirigentes permanecieron en silencio. Suplicando que le devolvieran las medallas falleció de cáncer el 28 de marzo de 1953, ya convertido en la más notable de las leyendas del deporte mundial.
    LA REIVINDICACIÓN
    El cine lo inmortalizó en la película "El hombre de bronce", también conocida como "El gigante de los estadios", protagonizada por Burt Lancaster. En enero de 1983, el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, entregó las dos medallas de oro a seis de sus siete hijos, e hizo efectiva la resolución de restablecerlo como ganador de pentatlón y decatlón en los resultados oficiales de los Juegos de Estocolmo 1912.
    Los pieles rojas levantaron un monumento con su figura, a cuyo pie se puede leer: "James Thorpe, el más extraordinario atleta del mundo y al que más injustamente se le negó la gloria de sus triunfos". Mejor definición, no se puede pedir.
    TRIUNFOS Y UNA DERROTA
    En la etapa previa de Estocolmo 1912, Coubertin obtuvo varios triunfos. Impulsó definitivamente su lema "All Games, all Nations" ante la presión de Grecia de ser sede permanente o alternada. Superó la campaña anti COI de Estados Unidos y los boicots de la Internacional Cycling Federation y la de los remeros.
    Durante la confección del programa consiguió la aceptación del pentatlón moderno y de las artes. En cambio, no pudo evitar la eliminación del boxeo por estar prohibido en Suecia. Pero su gran revés fue la admisión de las mujeres en la natación.
    El era opuesto a la participación de las mujeres, muy limitada al tenis, al arco con flecha y al patinaje sobre hielo. Su concepto era el siguiente: "Una Olimpiada femenina sería poco práctica, aburrida, antiestética y aburrida". Y agregaba: "Para ellas, la gracia, la sombrillas, los vapores, el hogar y los encantadores niñitos; para los hombres, las competiciones deportivas".
    UNOS JUEGOS BRILLANTES 
    Los anfitriones, grandes amantes del deporte se pusieron a trabajar tres años para la primera sede que no iba a formar parte de una exposición. El mejor arquitecto sueco, Torben Grut, se encargó del diseño del Estadio Olímpico en Oestermalm, un barrio residencial.
    Lo construyó con aspecto de castillo medieval y con gruesos muros de ladrillos rojos. Dos inmensas torres de entrada presiden la puerta de la Maratón y en las tribunas podían ubicarse 32.000 personas sentadas. El puerto, en la bahía de Djurgarden, se eligió para ubicar una pileta flotante de 100 metros de largo.
    A eso sumaron la introducción de dispositivos electrónicos oficiosos para establecer los tiempos en las pruebas atléticas y la señalización pública de los lugares donde se encontraban los escenarios. Y Sigfrid Edströn fundó la Internacional Athletic Amateur Federation (I.A.AF) y logra que los resultados de Estocolmo inicien las tablas de récords mundiales oficialmente reconocidos.
    La ciudad vivió del 6 hasta el 15 julio de 1912 un clima de euforia y alegría, desde la familia real sueca hasta el más humilde de sus habitantes. Los 2541 atletas (57 mujeres), que con la primera presencia de los japoneses representaban también por primera vez a los cinco continentes, se sintieron cobijados por una atmosfera de camaradería.
    Ese clima sirvió a notables actuaciones, Sin lugar a dudas, si no hubiese estado Jim Thorpe, la gran figura de los Juegos hubiese sido el nadador Duke Kahanamouku, el rey del sprint hawaiano, que impuso el estilo crawl o el finlandés Hannes Kolehmainen, ganador de los 5.000 y 10.000 metros con récords mundiales (ver lectura compementaria).
    Por último, en el concurso de literatura triunfaron George Hohrod y Eschbach con "Oda al deporte". Lo curioso de este premio es que pertenecía al mismísimo restaurador los Juegos Olímpicos, el Barón de Coubertin, que ganó en el anonimato su primera medalla olímpica, con esta oda de brillante exaltación al deporte, escrita en francés y alemán, simbolizando la unión para todos que tanto ilusionaba al pequeño y enérgico Pierre de Fredy.
    Una unión que el mundo político no comprendió y el asesinato del archiduque Francisco Fernando, en Sarajevo, lo iban a dejar sin la sexta versión de sus amados Juegos Olímpicos.

    Historia de los Juegos - Amberes 1920

    La 6a. edición de los Juegos Olímpicos llegó tras el parate por la Primera Guerra



    Charles PaddockAPEl norteamericano Charles Paddock ganó la carrera de 100m en los Juegos de Amberes 1920
    BUENOS AIRES -- Recordemos. En la Era Antigua, los Juegos Olímpicos constituían una etapa de tregua de las guerras para hacer posible la participación de los guerreros. En la Primera Guerra Mundial no fue posible cumplir con ese ideal, como tampoco fue posible hacerlo en la Segunda Guerra Mundial.
    Berlín, designada para organizar los Juegos de 1916, inauguró el estadio de Grunewald un mes antes del 28 de junio de 1914, cuando el asesinato de los archiduques de Austria, en Sarajevo, constituyó la chispa que encendió el conflicto.
    Alemania nunca renunció a realizarlos. El 10 de abril de 1915, Pierre de Fredy trasladó la sede de COI de París a Lausana, Suiza, ciudad que se convirtió en su residencia definitiva. No admitió expulsar de la entidad a Alemania y sus aliados. "La política no debe interferir dentro del Movimiento Olímpico", expresó. Así es, aunque el tiempo demostró que exteriormente tuvo y tiene su influencia.
    AMBERES SE IMPONE A BUDAPEST
    Cuando los cañones callaron definitivamente, Courbertin, a los 54 años, que había dejado el COI por haberse alistado en el ejercito francés, se reincorporó y comenzó a trabajar intensamente en procura de poner en movimiento los Juegos que debían efectuarse en 1920.
    Faltaba apenas un año y, a pesar de estar Bélgica destruída, se ofreció su organización a Amberes en vez de a Budapest, la otra candidata, porque está ultima ciudad era la capital de Hungría, uno de los países derrotados en la contienda. Esa es la versión más firme, aunque el COI menciona a la ciudad francesa de Lyon como la otra candidata y no datos sobre la postulación de Budapest.
    La propuesta fue aceptada con gran simpatía por el rey Alberto I, pues le entusiasmaba la idea de celebrar la liberación y la victoria con el esplendor de los Juegos.
    Amberes estaba destruída, con restos de trincheras y alambradas. Bélgica económicamente se hallaba en quiebra. Todo fue modesto. Un estadio con dos tribunas de madera y techo de chapa para 30.000 personas, con una pista de atletismo de 400 metros.
    La natación se hizo en uno de los fosos de las fortificaciones que se llenó con agua, cuya transparencia distaba de ser la ideal. No hubo derroches.
    LOS PAÍSES DERROTADOS
    En plena organización se presentó un grave problema. Las heridas de las batallas estaban aún sangrantes y varios países se negaron a participar si los hacían los derrotados. El COI no podía impedirlo de acuerdo con sus principios.
    Otra vez , Coubertin estaba acorralado entre la realidad y su ideal de la convivencia universal, pero la solución la encontró él mismo: según la fórmula empleada desde 1896, el Comité Organizador de cada Olimpiada era el que formulaba las invitaciones. Y el de Amberes no invitó a Alemania, Austria, Bulgaria, Turquía, Rumania y Polonia.
    A estas siete ausencias se sumó la de Rusia, envuelta en su famosa guerra civil que la alejó de los Juegos durante muchos años.
    ¿LA EDICIÓN VII Ó VI DE LOS JUEGOS?
    "Una Olimpiada puede no celebrarse, pero su período le pertenece y en la historia debe figurar como cancelado". La definición del barón de Coubertin deja en claro porque se denominaron a los de Amberes VII Juegos Olímpicos en lugar de VI que figuran como los de Berlín, cancelados por la guerra.
    La sombra de la guerra flotó sobre los Juegos. Muchos fueron los atletas muertos y los participantes que en ella se presentaron a competir lo hicierno con la terrible visión de lo sucedido.
    En la Catedral de Amberes se ofició un solemne Tedeum previo a la inauguración, con la lectura de una larga lista de deportistas fallecidos, entre los que figuraba el atleta francés Jean Bouin, medalla de plata de los 5000 metros en 1912.
    Amberes 1920
    Getty ImagesLa fiesta de apertura de los Juegos de Amberes 1920
    DEBUT DE BANDERA, HIMNO Y JURAMENTO
    La ceremonia de apertura fue presidida por rey Alberto I, la reina Elizabeth y el cardenal Mercier. Ante ellos desfiló por primera vez la bandera olímpica creada por Coubertin en 1914 y confeccionada en los almacenes Bon Marché de París.
    Los cinco anillos: azul, amarillo, amarillo, verde y negro, entrelazados sobre fondo representan a los cinco continentes unidos y, a la vez, a todos los colores de las banderas nacionales del mundo.
    Además, por primera vez se pronunció el juramento. Ese honor perteneció al esgrimista y waterpolista belga Víctor Boin, que con el tiempo sería presidente de la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva:
    "Juramos que nos presentamos en los Juegos Olímpicos como participantes leales, respetuosos de los reglamentos que lo rigen y deseosos de participar en ellos con espíritu caballeresco, por el honor de nuestros países y la gloria del deporte".
    Al término del juramento, una orquesta ejecutó, también por primera vez el himno olímpico, mientras 2000 palomas cubrían el cielo, como un símbolo del retorno a la paz.
    DESLUMBRA FINLANDIA
    Después de tanto luchar, Finlandia consiguió su independencia y, al fin, pudo desfilar con su bandera y no detrás de la de Rusia como lo había hecho hasta entonces. Tal vez incentivados por esa circunstancia, sus deportistas deslumbraron.
    Obtuvieron 30 medallas (13 de oro, nueve de plata y ocho de bronce). Una cosecha impresionante para una delegación compuesta por apenas 60 integrantes, que participaron en atletismo (15), lucha libre (4) y grecorromana (7), natación (2) y tiro (2).
    La base de esa hazaña estuvo, como se puede apreciar, en el atletismo (ocho de oro, cinco de plata y dos de bronce), divididas las de mayor valor entre las pruebas de campo (triple, bala, disco y jabalina) y las de fondo, en ésta última a través de un veterano famoso y un desconocido llamado a brillar en el firmamento atlético mundial.
    REGRESO TRIUNFAL
    La guerra había influido en la vida del finlandés Hannes Kolehmaisen, uno de los héroes de Estocolmo. Ante la inactividad se retiró y se fue a vivir a Nueva York. Allí lo fueron a buscar y el notable fondista, a los 31 años, aceptó y decidió retornar a la actividad en la más dura de las competencias: la maratón.
    Se preparó con fervor. Superó la exhaustiva revisión médica impuesta tras la trágica experiencia de la anterior carrera en 1912. Ahí estaba con su andar característico, de elegante estilo, detrás de sus jóvenes rivales, dejando que ellos impusieran el ritmo.
    A los 30km, se ubicó al frente y se fue alejando para convertirse en un solitario participante. Hacia el final mermó su paso, producto de su prolongada ausencia. Se le acercó el estoniano Lossman, a quien superó por 13s al cruzar la meta. Después, tuvo cuatro minutos para festejar y esperar en la llegada a quien iba a ser tercero. Así, plena de gloria, fue su despedida atlética.
    PAAVO NURMI, LOS NADI Y OTROS
    Uno se va y otro viene. A un jovencito que nació en Turku, al sudoeste de Finlandia, le impactaron los triunfos de Kolehmaisen en los Juegos de Estocolmo y se convirtió en un apasionado fondista dispuesto a mantener vigente la estirpe fondista de los finlandeses.
    No se equivocó. Paavo Johannes Nurmi, de 23 años, 1m72 de estatura, de piernas cortas, surgió en Amberes. Fue una de las figuras con tres medallas de oro (10.000 metros, 10km cross country y en la posta de 10km cross country) y una de plata (5000 metros). Era la tarjeta de presentación de un pequeño gigante. No detenemos aquí, porque en Paris 1924 se iba a convertir en la superestrella.
    Los hermanos Nadi obtuvieron en esgrima ocho de las 15 medallas de oro de Italia. Nedo consiguió cinco (florete, sable, florete por equipos, sable por equipos y espada por equipos). Aldo se hizo dueño de tres (florete, sable y espada por equipos) y una de plata (sable). Una historia sin igual.
    En natación, el príncipe hawaiano Duke Paoa Kahanamoku lleva el récord mundial de los 100 metros a 1m00s4, la norteamericana Ethelda Blebtrey bate los récords mundiales de 100 y 300 metros, y con la posta 4 por 100.
    El más viejo y la más joven. El tirador sueco Oscar Swahn, a los 72 años, medalla de oro de tiro al ciervo en 1908 y 1912, logra de plata en esa misma especialidad por equipos y se convierte en el medallista de mayor edad de todos los tiempos, mientras la norteamericana Aileen Rigen, a los 13 años, triunfa desde trampolín en saltos ornamentales y de transforma en la vencedora más joven de los Juegos.

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