lunes, 20 de diciembre de 2010

Frank Ribéry, de la que nos hemos librado Durante la temporada del triplete, su nombre figuraba en el primer puesto de la lista de posibles fichajes del Barça. Es más, era el preferido de Pep, que ya pensaba por aquel entonces en un relevo para Thierry Henry

La operación estuvo casi cerrada (al menos con el jugador), pero el Madrid y el Chelsea se interpusieron con ofertas muy suculentas. Al final, el francés no se movió del Bayern, donde la frustración le ha ido carcomiendo hasta dinamitar por completo su relación con Van Gaal, hecha pedazos como demuestra lo sucedido el domingo.

Tras marcar todo un golazo desde fuera del área ante el Stuttgart, Ribery corrió como un poseso hacia el banquillo a abrazarse con Van Buyten, su mejor amigo en el vestuario y al que Van Gaal había condenado a la suplencia tras un sucesión de imperdonables errores defensivos. Tal era su ira y tan claros sus aspavientos contra el técnico que Mario Gómez intentó calmarlo rociándole con la botella del ‘agua milagrosa’. Aún así, Ribery no paró y le dedicó un último gesto desafiante a Louis, escenificando su definitiva declaración de guerra. 
Hace justo un mes se acabó la tregua y comenzaron las hostilidades dialécticas. Ribery se recuperó de su última lesión y reapareció ante un Tercera. Van Gaal se enfadó de que la prensa le elogiara por aquel partido. Según su punto de vista, “menos Ribery, se esforzaron todos”. Franck no le perdonó aquellas palabras y comenzó a desenterrar el hacha de guerra: “Lo doy todo, pero si el entrenador habla mal de mí... Es difícil.” 

Depués de aquello, la situación sólo podía ir a peor. Y así fue. Tras marcar dos goles a la Roma en Champions, Ribery le echó un órdago a Van Gaal, el mismo que Rivaldo le planteó en el Barça. “No me gusta jugar en la banda, quiero más libertad”, declaró el francés. La réplica no se hizo esperar. “Si quiere libertad, que se dedique al tenis”. Van Gaal fue directo al mentón y Ribery tuvo que conformarse con la banda, donde tan mal no le ha ido, por cierto, pues ha marcado cuatro goles en los últimos tres partidos. Ante el Stuttgart, explotó en un nuevo ejemplo de la eterna lucha entre el individualismo de las estrellas y las necesidades del grupo. Franck demostró un ego comparable al de Ibrahimovic y no queremos ni imaginar lo que hubiera pasado de fichar por el Barça. Seguramente, su perfil no habría encajado en una plantilla a la que le gusta presumir de excelencia en el campo y no en los medios como a este gran pero malcarado jugador.

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