Los utilizó con compañeros de su junta para realizar diversos viajes representativos en nombre del club
A golpe de talonario y aparentemente sin ningún tipo de complejo. Así funcionaba Joan Laporta con sus más acérrimos de su última junta directiva. Como unos privilegiados ejecutivos, no dudaban en aceptar todos los viajes propuestos y si las conexiones no eran las oportunas, se liaban con jets privados. Según pudo saber AS, hasta 400.000 euros (podrían ser más) computaron en la última temporada, cifra que tiene escandalizada a los nuevos gestores del club y a los silenciosos auditores de KPMG, encargados de analizar, una por una, la herencia dejada en materia de facturas.
En pleno trabajo de la due dilligence, ahora se trata de averiguar cuántos vuelos eran necesarios (los utilizados para que los jugadores pudieran llegar a tiempo a las sesiones, tras disputar partidos con sus selecciones) o bien cuántos fueron viajes caprichosos. El resultado puede ser brutal en todos los sentidos.
Viajando casi cada dos semanas, Laporta aprovechaba para visitar, por ejemplo, las sedes de los XICS, un proyecto gestionado desde la Fundación del club y arropado por instituciones locales (tienen diez repartidas por el mundo, una en Santa Coloma de Gramenet, población colindante con Barcelona). En una de sus últimas inauguraciones, la realizada en Ouagadougou (capital de Burkina Faso), los estudios económicos chirriaron: cuando el presupuesto medio de mantenimiento de cada uno de esos centros oscila entre los 170.000 y 190.000 euros anuales; Laporta superó esa cifra en un sólo día, incluyendo viajes, hoteles, dietas y muchas más cosas. Increíble.
Con todo, el barcelonismo vive momentos complicados y muchos deben estar nerviosos esperando consecuencias. La austeridad económica proyectada en la actualidad desde el equipo de Sandro Rosell choca directamente con el último ejercicio de Laporta. El ex presidente, que tan buenos resultados obtuvo a nivel deportivo, en sus dos últimos años sobre todo, no hace más que emborronar su gestión.
En pocas semanas se conocerán los resultados definitivos de la extensa y profunda auditoría que se está llevando a cabo en las oficinas. Ya se espera. Se repasa papel por papel, factura por factura, y los resultados están siendo escandalosos. Y para muestra, un botón. El despilfarro ya lo comunicarán de manera oficial, pero da la sensación de que a Laporta se le acabó yendo la mano en la caja.
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