Paraguay (5)0 - 0(3) Japón
La Albirroja sufrió para imponerse a Japón, pero fue más efectivo en los penales y se clasificó por primera vez para los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA. Komano falló para los nipones.
PRETORIA - Los remates desde el punto del penal ejecutados sin equivocaciones y sellados con el último disparo del atacante del Benfica, Oscar Cardozo, llevaron a Paraguay a romper la barrera de octavos y alcanzar, por primera vez en su historia, los cuartos de final de un Mundial, donde se encontrará con España o Portugal.
La historia saldó la deuda con el cuadro guaraní. En Paraguay no olvidan Francia 1998, también en esta fase, tras superar la ronda inicial, cuando el ahora desaparecido 'gol de oro' terminó con los sueños del conjunto sudamericano. Entonces, Laurent Blanc, futuro seleccionador galo, echó por tierra las esperanzas paraguayas, que afrontaba en Sudáfrica su cuarto intento por derribar la barrera de octavos.
Nunca había tenido Paraguay tan cerca su encuentro con la historia. Crecido por una primera fase meritoria, en la que no perdió ningún partido, y ante un rival distanciado de la tradición y del poderío que se presume a estas alturas de torneo.
Lo que había en juego condicionó la puesta en escena de ambos. La cita con la memoria de las dos selecciones llenó de precauciones a sus futbolistas en el campo. Incapaces de asumir riesgos por temor a un error irreversible. Japón, condenado al final por el error en los lanzamientos de Yuichi Komano, tampoco había superado jamás los octavos de final, su mejor registro, logrado en el 2002, cuando con Corea del Sur compartió organización.
El entrenador argentino responsable de Paraguay, Gerardo Martino, optó por la decisión natural para sustituir a Víctor Cáceres, un fijo hasta ahora en conjunto guaraní que se perdió el choque por tarjetas. Néstor Ortigoza ocupó su sitio para auxiliar a Enrique Vera y a Cristián Riveros, quien no terminó por hacerse con el ritmo del partido.
La presión de Japón incomodó a Paraguay desde el principio. Además, los dos prematuros intentos de Yoshito Okubo, primero, y de Yuichi Komano, después, advirtieron al conjunto sudamericano sobre las consecuencias de cualquier pérdida de balón.
Por eso Paraguay estuvo cauto. Durmió el manejo de la pelota. Pero la primera ocasión clara fue suya, en los pies de Lucas Barrios. El delantero sacó provecho de una pared con Ortigoza para situarse delante del arquero Lelji Kawashima, que rechazó con los pies.
Japón respondió con una amenaza mayor que la de su adversario. Un disparo de media distancia de Daisuke Matsui que pegó en el travesaño del arco defendido por Justo Villar.
Después, Roque Santa Cruz remaó afuera el rebote tom ado de un córne. Pero fue el cuadro de Takeshi Okada el que llegó con más seriedad. Como cuando Keisuke Honda pecó de egoísmo para finalizar una rápida jugada realizada por Daisuke Matsui. Lanzó fuera con Yoshito Okubo a su lado.
Paraguay dispuso de un control ficticio. Las oportunidades no le llegaban a pesar de las tres puntas pretendidas por Gerardo Martino. Santa Cruz y Barrios, acompañados de Edgar Benítez, desde el inicio, en vez de Nelson Haedo Valdez u Oscar Cardozo.
El partido demandaba algo más de lo expuesto por ambos hasta el momento. Un gol, por ejemplo, que obligara a alguno a asumir riesgos. Pudo llegar de la cabeza de Cristián Riveros en el arranque del período, tras un centro de Claudio Morel Rodríguez. Pero el arquero nipón lo vio con tiempo.
La entrada de Haedo Valdez no mejoró el aspecto de su equipo. Luego, el ingreso de Edgar Barreto, en lugar de Ortigoza, hizo cambiar el dibujo táctico a su entrenador. Reforzó el medio campo. Pero no fue suficiente la apuesta en un partido sin ritmo. Es más, en el tramo final, Japón añadió peso sobre su ataque y, por medio de balones aéreos, buscó una última solución antes de la prórroga.
El tiempo extra no llevó más fútbol al estadio Loftus Versfeld de Pretoria. Aunque sí más acoso paraguayo, que pudo marcar en una acción de Haedo Valdez que volvió a desbaratar Kawashima, mientras Japón se abusaba de los recursos del balón parado.
Ni siquiera el gasto físico abrió el partido. Cerrado desde el principio. Shinji Okazaki dispuso de otra opción con una buena jugada. Pero no encontró aliado alguno entre sus compañeros para la finalización.
Entre tanto desacierto y tanta tensión, los penales fueron la única alternativa para terminar con el equilibrio. Eso sobrevino con un desacierto, más precisamente de Komano. En las ejecuciones Paraguay estuvo impecable. Nadie falló. Ni Edgar Barreto, ni Lucas Barrios, Cristian Riveros, Nelson Haedo Valdez y, especialmente, Cardozo, quien, con aplomo y con llamativa frialdad, ejecutó el remate que llevó a su equipo a situarse entre los ocho mejores del 2010.
La historia saldó la deuda con el cuadro guaraní. En Paraguay no olvidan Francia 1998, también en esta fase, tras superar la ronda inicial, cuando el ahora desaparecido 'gol de oro' terminó con los sueños del conjunto sudamericano. Entonces, Laurent Blanc, futuro seleccionador galo, echó por tierra las esperanzas paraguayas, que afrontaba en Sudáfrica su cuarto intento por derribar la barrera de octavos.
Nunca había tenido Paraguay tan cerca su encuentro con la historia. Crecido por una primera fase meritoria, en la que no perdió ningún partido, y ante un rival distanciado de la tradición y del poderío que se presume a estas alturas de torneo.
Lo que había en juego condicionó la puesta en escena de ambos. La cita con la memoria de las dos selecciones llenó de precauciones a sus futbolistas en el campo. Incapaces de asumir riesgos por temor a un error irreversible. Japón, condenado al final por el error en los lanzamientos de Yuichi Komano, tampoco había superado jamás los octavos de final, su mejor registro, logrado en el 2002, cuando con Corea del Sur compartió organización.
El entrenador argentino responsable de Paraguay, Gerardo Martino, optó por la decisión natural para sustituir a Víctor Cáceres, un fijo hasta ahora en conjunto guaraní que se perdió el choque por tarjetas. Néstor Ortigoza ocupó su sitio para auxiliar a Enrique Vera y a Cristián Riveros, quien no terminó por hacerse con el ritmo del partido.
La presión de Japón incomodó a Paraguay desde el principio. Además, los dos prematuros intentos de Yoshito Okubo, primero, y de Yuichi Komano, después, advirtieron al conjunto sudamericano sobre las consecuencias de cualquier pérdida de balón.
Por eso Paraguay estuvo cauto. Durmió el manejo de la pelota. Pero la primera ocasión clara fue suya, en los pies de Lucas Barrios. El delantero sacó provecho de una pared con Ortigoza para situarse delante del arquero Lelji Kawashima, que rechazó con los pies.
Japón respondió con una amenaza mayor que la de su adversario. Un disparo de media distancia de Daisuke Matsui que pegó en el travesaño del arco defendido por Justo Villar.
Después, Roque Santa Cruz remaó afuera el rebote tom ado de un córne. Pero fue el cuadro de Takeshi Okada el que llegó con más seriedad. Como cuando Keisuke Honda pecó de egoísmo para finalizar una rápida jugada realizada por Daisuke Matsui. Lanzó fuera con Yoshito Okubo a su lado.
Paraguay dispuso de un control ficticio. Las oportunidades no le llegaban a pesar de las tres puntas pretendidas por Gerardo Martino. Santa Cruz y Barrios, acompañados de Edgar Benítez, desde el inicio, en vez de Nelson Haedo Valdez u Oscar Cardozo.
El partido demandaba algo más de lo expuesto por ambos hasta el momento. Un gol, por ejemplo, que obligara a alguno a asumir riesgos. Pudo llegar de la cabeza de Cristián Riveros en el arranque del período, tras un centro de Claudio Morel Rodríguez. Pero el arquero nipón lo vio con tiempo.
La entrada de Haedo Valdez no mejoró el aspecto de su equipo. Luego, el ingreso de Edgar Barreto, en lugar de Ortigoza, hizo cambiar el dibujo táctico a su entrenador. Reforzó el medio campo. Pero no fue suficiente la apuesta en un partido sin ritmo. Es más, en el tramo final, Japón añadió peso sobre su ataque y, por medio de balones aéreos, buscó una última solución antes de la prórroga.
El tiempo extra no llevó más fútbol al estadio Loftus Versfeld de Pretoria. Aunque sí más acoso paraguayo, que pudo marcar en una acción de Haedo Valdez que volvió a desbaratar Kawashima, mientras Japón se abusaba de los recursos del balón parado.
Ni siquiera el gasto físico abrió el partido. Cerrado desde el principio. Shinji Okazaki dispuso de otra opción con una buena jugada. Pero no encontró aliado alguno entre sus compañeros para la finalización.
Entre tanto desacierto y tanta tensión, los penales fueron la única alternativa para terminar con el equilibrio. Eso sobrevino con un desacierto, más precisamente de Komano. En las ejecuciones Paraguay estuvo impecable. Nadie falló. Ni Edgar Barreto, ni Lucas Barrios, Cristian Riveros, Nelson Haedo Valdez y, especialmente, Cardozo, quien, con aplomo y con llamativa frialdad, ejecutó el remate que llevó a su equipo a situarse entre los ocho mejores del 2010.
comentarios de la pasion del deporte:
por primera vez en su historia para los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA. Los guaraníes, que habían igualado 0-0 en tiempo reglamentario, debieron sufrir más de lo esperado para dejar atrás a un valiente conjunto nipón que vendió cara la derrota el 29 de junio en Tshwane/Pretoria.
Japón salió dispuesto a mostrar los dientes en campo rival. Así, cuando no había transcurrido ni un minuto de juego, Yoshito Okubo se aproximó al área de Justo Villar y remató potente pero desviado. Era un aviso de los nipones, que lejos estuvieron de amedrentarse ante el potencial exhibido por los guaraníes en la fase de grupos.
Los de Gerardo Martino demoraron en acomodarse en el campo pero, cuando lo hicieron, llevaron peligro. Lucas Barrios construyó una buena maniobra por izquierda y exigió a Eiji Kawashima con pierna derecha. La respuesta no tardó en llegar: Daisuke Matsui tomó una bola muerta desde fuera del área e hizo temblar el travesaño con un derechazo medido.
La Albirroja contó con una opción más antes del descanso cuando Roque Santa Cruz midió mal su remate dentro del área, en una jugada confusa tras un tiro de esquina. Fue la última situación emotiva en esa primera mitad.La situación no cambió en el complemento: muchos nervios y pocas ideas. Martino intentó ganar peso en ofensiva con el ingreso de Nelson Haedo Valdez, pero el delantero no estuvo fino. De hecho, apenas minutos después de la entrada del delantero, fue Marcus Tulio Tanaka el que aproximó peligro con un buen cabezazo que se perdió afuera.
Los nervios y el miedo al error ganaron terreno en Tshwane/Pretoria, por lo que los últimos minutos de la segunda mitad se fueron entre fricciones, pases malogrados y poco tránsito en las áreas. Apenas un centro que cerca estuvo Tanaka de conectar despertó algo de emoción en los aficionados. Nos íbamos al tiempo extra…
Despertar tardío Todo lo que no pudieron producir en el tiempo reglamentario llegó en el alargue. Barrios avisó rápidamente con un cabezazo que fue a parar a las manos de Kawashima. El portero se mostró atento para ganarle otro duelo a Nelson Haedo, aunque contó con un poco de fortuna en un toque desviado del ingresado Edgar Barreto.
Por el contrario, Villar debió esforzarse minutos antes para repeler un buscapié venenoso de Honda. Sería la última emoción antes de los penales. En la definición, la primera del certamen, los guaraníes estuvieron infalibles mientras que Yuichi Komano estrelló su remate en el travesaño.
Paraguay avanza así a cuartos de final, donde espera el próximo 3 de julio en Johannesburgo al vencedor del cruce entre España y Portugal.
Japón salió dispuesto a mostrar los dientes en campo rival. Así, cuando no había transcurrido ni un minuto de juego, Yoshito Okubo se aproximó al área de Justo Villar y remató potente pero desviado. Era un aviso de los nipones, que lejos estuvieron de amedrentarse ante el potencial exhibido por los guaraníes en la fase de grupos.
Los de Gerardo Martino demoraron en acomodarse en el campo pero, cuando lo hicieron, llevaron peligro. Lucas Barrios construyó una buena maniobra por izquierda y exigió a Eiji Kawashima con pierna derecha. La respuesta no tardó en llegar: Daisuke Matsui tomó una bola muerta desde fuera del área e hizo temblar el travesaño con un derechazo medido.
La Albirroja contó con una opción más antes del descanso cuando Roque Santa Cruz midió mal su remate dentro del área, en una jugada confusa tras un tiro de esquina. Fue la última situación emotiva en esa primera mitad.La situación no cambió en el complemento: muchos nervios y pocas ideas. Martino intentó ganar peso en ofensiva con el ingreso de Nelson Haedo Valdez, pero el delantero no estuvo fino. De hecho, apenas minutos después de la entrada del delantero, fue Marcus Tulio Tanaka el que aproximó peligro con un buen cabezazo que se perdió afuera.
Los nervios y el miedo al error ganaron terreno en Tshwane/Pretoria, por lo que los últimos minutos de la segunda mitad se fueron entre fricciones, pases malogrados y poco tránsito en las áreas. Apenas un centro que cerca estuvo Tanaka de conectar despertó algo de emoción en los aficionados. Nos íbamos al tiempo extra…
Despertar tardío Todo lo que no pudieron producir en el tiempo reglamentario llegó en el alargue. Barrios avisó rápidamente con un cabezazo que fue a parar a las manos de Kawashima. El portero se mostró atento para ganarle otro duelo a Nelson Haedo, aunque contó con un poco de fortuna en un toque desviado del ingresado Edgar Barreto.
Por el contrario, Villar debió esforzarse minutos antes para repeler un buscapié venenoso de Honda. Sería la última emoción antes de los penales. En la definición, la primera del certamen, los guaraníes estuvieron infalibles mientras que Yuichi Komano estrelló su remate en el travesaño.
Paraguay avanza así a cuartos de final, donde espera el próximo 3 de julio en Johannesburgo al vencedor del cruce entre España y Portugal.
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