PRETORIA (EFE) -- Los Argentina-México no son nunca duelos vulgares, siempre vienen acompañados del sabor de las grandes citas entre dos países influyentes en su continente, dos concepciones del fútbol que se medirán el domingo en el Soccer City de Johannesburgo por un puesto en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica y un lugar destacado en las páginas de la historia.
La Albiceleste ha dominado tradicionalmente los duelos contra la Tri, estadísticamente y en importancia, y parece también que llega mejor al choque dominical, día de fiesta en el Mundial que vivirá un choque de gala.
Con tres victorias en la primera fase, un juego ofensivo de muchos quilates y la figura destacada de un Lionel Messi camino de un estrellato mundial, Argentina ha presentado su candidatura al título mundial, incluso aunque el seleccionador no pare de repetir que no son favoritos a nada.
Los sudamericanos parten con todas las ventajas morales, la de haberse impuesto en más ocasiones, la de haber dejado una mejor impronta en lo que va de Mundial, la de tener un líder carismático, o dos, si se cuenta el del banco, y la de tener una mentalización calculada para llegar a la final del 11 de julio.
El encuentro contra México puede ser un ensayo general. Porque se disputará en el mismo escenario, el Soccer City con forma de olla tradicional africana, a la misma hora, el turno nocturno en Johannesburgo, y el mismo día, un domingo.
Pero en la concentración argentina nadie quiere mirar más allá del duelo contra la Tri, porque la euforia es un sentimiento maldito en una selección que confía en sus opciones pero que quiere ponerle el freno de la prudencia a cada acción.
Y porque la Argentina de Maradona, la de las tres victorias contundentes, los siete goles marcados por uno recibido, ha dejado en el camino muchas dudas, muchas incógnitas que sólo se resolverán cuando frente a los Messi, Higuaín y Tévez aparezca un equipo bien armado, uno de esos que le complican el día a cualquiera y que exigen del futbolista su mejor versión, su imagen más brillante.
La que el seleccionador albiceleste quiere provocar teniendo a sus jugadores a un nivel máximo de motivación, el mismo que él encontró en 1986 cuando condujo al equipo a su segundo título.
Con ese objetivo, Maradona planea confiar el duelo contra México a un once muy parecido al que ganó los dos primeros partidos, con ligeros retoques, obligados unos, buscados por el técnico otros. Pero en lo fundamental será el "once de gala", con el triplete ofensivo que tan buena imagen ha dado, el luchador Tévez, el oportunista Higuaín y, sobre todo, el inspirado Messi.
En el centro del campo, junto a Javier Mascherano y Ángel di Marís, Sebastián Verón dejará su puesto a Maxi Rodríguez para dar más consistencia al juego argentino frente a un rival que presionará muy fuerte en esa zona del campo.
Y en defensor Walter Samuel no saltará por los problemas físicos que atraviesa, por lo que será sustituido por Nicolás Burdisso. En el lateral derecho Nicolás Otamendi ocupará un carril que parecía prometido a Jonás Gutiérrez, un centrocampista reconvertido. Maradona no quiere sustos por ese lado y dejará el experimento para más adelante.
El rival que le ponga difíciles las cosas a Argentina, el que obligue a la albiceleste a mostrar todo lo que promete, quiere ser México, que tiene también una cita con la historia.
Porque ganar a Argentina supondría quitarse un complejo, dar un paso al frente, deportivo, ya que no alcanzan los cuartos desde "su" Mundial en 1986, y mental, porque la albiceleste ha aparecido siempre como una montaña insalvable, un risco difícil que sólo han superado en cuatro de las 26 ocasiones que lo han afrontado, con once empates entre medias.
Ávido de borrar ese pasado, el defensa Rafael Márquez asegura que a la 27 puede ser la buena, la que suponga el golpe definitivo a una Argentina llena de esperanzas y engalanada de carisma. El mejor momento para acabar con esa inferioridad.
"Sí, es Argentina, ¿y qué? Se le puede ganar, hay que pensar así porque si no va a seguir igual", aseguró el defensa del Barcelona, uno de los muchos jugadores de la Tri que milita en Europa.
En el recuerdo está la derrota de hace cuatro años en Alemania, también en cuartos de final, con un México que mereció mejor suerte y se encontró con un zurdazo inapelable de Maxi Rodríguez que se coló por la escuadra y propulsó a Argentina a los cuartos.
Más recientemente, un sombrerito de Messi dio a la albiceleste la victoria en la Copa América de 2007, precedentes que mexicanos quieren enterrar en el túnel del tiempo para abrir una nueva etapa.
Javier Aguirre cuenta con su habilidad táctica y su cuidada combinación de experiencia y juventud para derrocar a Argentina. Márquez puede partir como el baluarte del centro del campo, el lugar en el que México quiere dar la batalla, porque es el talón de Aquiles de Argentina.
Y arriba puede volver a confiar en el veterano Cuauhtémoc Blanco, que pese a sus 37 años se está revelando como el emblema del equipo, a la espera de que se despierten jóvenes promesas como Giovanni dos Santos o Javier "Chicharito" Hernández.
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