Pues sí, Guardiola tenía razón y tampoco exageraba cuando advirtió que el Almería iba a hacer sufrir al Camp Nou e invitó a los socios a pasar una tarde de nervios en el estadio. El colista salió respondón, el Barça salió empanado y todo se solucionó felizmente para los locales al final gracias al acierto de un Messi que volvió a ser providencial. El argentino ha vuelto a asomar la cabecita en el momento clave de la temporada. Marcó el penalti a Diego Alves, dio la asistencia del segundo gol a Thiago y marcó el tercero cuando el Camp Nou llevaba ya 20 minutos pidiendo la hora.
Y todo eso lo hizo el argentino con la espada de Damocles de estar a una tarjeta amarilla de perderse el próximo sábado la cita del Santiago Bernabéu. Y volvió a demostrar La Pulga que esto de la presión no es una cosa que vaya con él. No la notó cuando tiró el penalti ante el mejor especialista del mundo en la materia (sólo seis jugadores han logrado batirle) ni a lo largo del partido.
La mejor noticia que puede extraer el Barça del duelo de ayer ante el Almería es, además, que se plantará en el Bernabéu con ocho puntos de diferencia, que Messi ha regresado y que tiene hambre. Sólo así se explica que con el partido prácticamente cerrado presionara a un defensa en el minuto 92 de partido para robarle la cartera y marcar el tercero. Esa voracidad es la mejor noticia a la que puede agarrarse el Barça a estas alturas. El resto de síntomas no parecen tan halagüeños.
Problemas. Nadie puede discutirle al equipo de Guardiola su capacidad competitiva. Es un equipo al que cuesta horrores ganar, pero últimamente parece alejado de su versión más definitiva. Obviamente, los problemas en defensa afectan y sólo son achacables a la desgracia de las bajas. Ayer, de nuevo un veloz contragolpe del Almería volvió a suponer un gol en contra. El 0-1 fue obra de Corona tras una magnífica cabalgada de Piatti en la que a los defensas blaugrana no les llegaron las piernas.
Anteriormente, se produjo la lesión de un Bojan que de entrada había protagonizado la única acción de mérito de un Barça demasiado espeso. A la media hora tuvo que dejar su sitio a un Villa que sigue igual de participativo como negado de cara a puerta. Ayer volvió a disparar al poste y ya lleva 13 chuts a la madera en lo que va de temporada. Para hacérselo mirar.
No obstante, la movilidad del asturiano propició que el Barcelona empatara el partido antes de que el Camp Nou se pusiera histérico y recordara los peores augurios de antaño tras el gol de Corona. Tres minutos después del 0-1, Villa luchó una buena diagonal de Milito que Diego Alves, absolutamente desmadrado, salió a cubrir como un tráiler llevándose a Villa por delante en una zona del área inofensiva. Messi lograba el empate de penalti y bajaba las pulsaciones de un Camp Nou que no volvió a recuperar su ritmo cardíaco hasta que Thiago marcó el 2-1 a la salida de un córner.
Lo difícil estaba hecho, pero se siguió sufriendo hasta que, en el descuento, Messi conjuró el sufrimiento que anunció un Guardiola que se desgañitó en la banda.
El crack
Messi
Sólo un delantero voraz es capaz de marcar en el descuento presionando al rival para robarle el balón.
¡Vaya día!
Bojan
Cuando mejor lo estaba haciendo cayó lesionado y tendrá para mes y medio por lo menos. Desgracia.
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