viernes, 5 de noviembre de 2010

Cambio bienvenido Barry Bonds ya no tiene que ser el villano. Puede decidir abrir las puertas que él mismo cerró y ser un embajador. ¿Está listo? Opina Doug Glanville.


A pasar la página

Con el campeonato de los Gigantes, se abre un nuevo mundo para Barry Bonds

Los Gigantes de San Francisco son campeones y la ciudad ciertamente esperó lo suficiente. Ya que yo paso la mayoría de mi tiempo en Chicago, y como un ex jugador de los Cachorros de Chicago, San Fran no esperó tanto en realidad, si me pongo a pensar.
Durante esa espera, la ciudad vivió una gran porción de controversias y tensiones. Ser parte del éxodo de béisbol de Nueva York le dejó unas pocas llagas a la fanaticada neoyorquina, pero en su mayoría, esa hacha está enterrada, aunque no sea tanto así para los Dodgers. Pero los Gigantes ayudaron a abrir la puerta a la fuerza para la influencia creciente del béisbol al aterrizar casi lo más lejos posible de Nueva York, su ciudad nativa.
Al observar su marcha de campeonato en la Serie Mundial, encontré interesante notar la sombra siempre en movimiento de Barry Bonds, el hombre quien podría ser su figura más icónica de controversia y tensión. Bonds visiblemente apoyaba a su antiguo equipo. Él salió ante las ovaciones previo al Juego 3 de la serie de campeonato de la Liga Nacional contra los campeones defensores de la Liga Nacional, los Filis, en el AT&T Park, y demostró que aún sienten algún amor por él en San Francisco, pese a la neblina que opaca su estadísticamente ilustre carrera.
Pero la evaluación de su carrera en el escenario mayor del legado del béisbol no es para ponerse de pie para aplaudir tan fácilmente. Él tuvo una carrera de múltiples récords, superando a Hank Aaron en jonrones de por vida y haciendo trizas la marca para una sola temporada en el 2001. La mayoría de sus próximas movidas han girado en torno a un juego reactivo de defensa. Negación, inquisición, signos de interrogación, asteriscos.
Al romper uno de los casi imposibles récords del béisbol, él no tuvo alguna embajada que desarrollar, ningún tiempo para proveer perspectiva, ninguna oportunidad para sanar a través de sus logros. Cuando Muhammad Ali se convirtió en rey de su deporte, él viajó, él tumbó puertas. También tuvo a muchos en el escenario mundial que le daban la bienvenida incluso en medio de sus controversias. Y sus controversias llevaban peso formidable, involucrando religión, guerra, política y raza. Pero él movía a las personas.
Hasta cuando Riddick Bowe se coronó campeón de boxeo, él trató de hacer lo mismo. Dio una gira por el mundo, intentó abrir puertas y ser un embajador de la humanidad, pero eso no despegó. Quizás sólo fue función del carisma de un hombre, o tal vez era inherente en la manera en que la gente percibió el logro como tal.
Sin embargo, sobre el papel, Bonds tiene una estupenda entrada como para que se le abra una puerta tipo Ali. Talentos sin límites, viniendo de una familia beisbolera, capacidad de romper récords, una mente brillante para todas las cosas relacionadas al béisbol de Grandes Ligas. Pero, con todos estos factores, Bonds sólo tenía tiempo para gastar en su propia defensa. Sus métodos de adquirir esos récords estaban en tela de juicio, las heridas de las frustraciones de su padre eran aún tangibles y sangrantes, él no tenía rimas pegajosas o un mensaje y enfoque consistentes que proveer … excepto sumergirse y zambullirse.
Eso es lo que puede suceder cuando no piensas sobre lo que quiere decir algo más allá de los números antes de que los superes. Terminas viéndolo sólo a través de tu lente personal. Entonces tienes que inventarte las reglas sobre la marcha, invertir tiempo en las iniciativas miopes como limpiar tu nombre, en lugar de ver la oportunidad dorada de conectar con la gente y los aficionados que añoran atestiguar la historia o ver cómo se reescribe la historia.
Pero no hay una regla sobre cómo se supone que uno acoja el juego y su historia. Todos venimos de algún sitio y tenemos nuestras perspectivas. Igual que cuando yo jugué en Filadelfia, a Scott Rolen no le interesaba estar en primer plano, mientras que Jimmy Rollinsprosperaba en el primer plano. Jugadores diferentes, experiencias diferentes.
Pero yo estaba esperanzado, como todos lo estamos, sde ver quién puede aparecerse para llevar al deporte al próximo nivel, para crear un legado nuevo para el deporte y cómo podrían hacerlo. Aún con esas esperanzas, el béisbol es un juego que no queremos que cambie tanto de golpe. Queremos seguir reconociéndolo después de que se hayan quebrado los récords. Queremos tener tiempo para enmarcarlo en el contexto apropiado comparado con lo que sucedió en el pasado. Igual que muchos jugadores inducidos por los esteroides se volvieron irreconocibles en sus atributos físicos, lo mismo pasó con las estadísticas que de repente podían producir. Como resultado, el juego cayó bajo sospecha razonable y nadie podía decir con certeza por cuál sendero nuevo viajaba el béisbol.
Pero es la hora perfecta para una metamorfosis. Bonds trabajó para una ciudad que ahora es campeona. Un lugar que ahora puede abrir puertas a mercados nuevos y posibilidades nuevas para esta franquicia y el deporte. Pocos han capturado las mentes, opiniones y emociones de tantos aficionados durante su estadía como lo hizo Barry Bonds. Ese tipo de impacto podría ser canalizado para brindarle importancia a temas más amplios que el de la cultura del dopaje en el deporte, o el de la espera dentro de la riña legal; eso podría transformar a una nación de aficionados guiados por la esencia de sus otros pioneros.
Tal vez es demasiado pronto saber o entender a Barry Bonds y lo que él o su labor significarán para el juego. Puede ser que el deporte tome las lecciones de su carrera y las aplique a su manera, lo vea como pasar la página hacia un juego más limpio, un juego de integridad, una renovación en un deporte que todavía puede emocionar sin patrocinar seres sobrehumanos en el diamante. Puede que no haya sido su intención, pero el juego tal vez le pondrá más énfasis a lo que ocurre más allá de los números, y ese podría ser su legado.
Bonds aún tiene una oportunidad; el juego es fuerte, incluso comprensivo, pese a tantas reglas y prejuicios no escritos. Quizás él se conectará y trabajará por el juego común y zarpará un legado nuevo. Lo único que tiene que hacer es tomar un paso más allá del pequeño espacio de su caja de bateo personal.

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